ESPECTáCULOS
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El oficio del melodrama
Por Nora Mazziotti *
Que haya dos telenovelas peleando en el horario de las 22, y que sean muy diferentes entre sí, es muy bueno. Porque la diversidad de propuestas dinamiza la pantalla. En relación con las tiras costumbristas, que fueron exitosas en temporadas anteriores, con historias más cotidianas y lineales, el salto es grande. Primero porque las dos son novelas. No le temen al melodrama. Eligieron un camino, más jugado, que parecía que la TV argentina había dejado de lado, aferrada a historias más domésticas, barriales, con personajes realistas. Si “Soy gitano” se mete en los maleficios y en lo sobrenatural, “Resistiré” ahonda en la composición de personajes con historias propias, en los diálogos ingeniosos, en los climas enrarecidos. Comparándolas con las recientes telenovelas clásicas de nuestra TV, las mencionadas van más a fondo. Se regodean en la exageración que reclama el melodrama. Las dos innovan: el universo de reglas propias, los conjuros y maldiciones de “Soy gitano” la acercan a una línea presente en algunas novelas mexicanas, pero poco o nada transitada en nuestro país. Como también es nuevo ese mundo opresivo y perverso de “Resistiré”. Desde lugares distintos, se meten de lleno en las intrincadas luchas de amor y de odio, de fuertes pasiones y secretos por develar. El melodrama es como un gran útero donde cabe desde el estilo ampuloso y de grand guignol –el género que mostraba amenazas, raptos y cuchillos ensangrentados– de “Soy gitano” hasta el clima de thriller y comedia negra de “Resistiré”. La TV argentina parece haber recuperado el placer –y el oficio– de narrar historias densas.
* Investigadora de la UBA y coordinadora de la carrera de guionista del ISER.
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