ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA A ERNESTO EKAIZER, AUTOR DEL MONUMENTAL “YO, AUGUSTO”
Radiografía completa de un genocida
El periodista argentino, radicado en España, habla de su exhaustiva y bien documentada investigación sobre el dictador chileno.
Por Angel Berlanga
El libro es algo intimidante, y no sólo por ese rostro siniestro que surge de la negrura de la tapa, un retrato conseguido cuando todavía todo para él era impunidad, a pocas horas de ser detenido en Londres en 1998. Yo, Augusto, el monumental trabajo del periodista Ernesto Ekaizer sobre el dictador chileno Augusto Pinochet, tiene 1022 páginas y fue armado, según cuenta el autor, en base a más de mil entrevistas y al cotejo de miles de documentos. Y eso no es nada: en el borrador las páginas eran 1700. “Por cuestiones de extensión decidí empezar el libro, cronológicamente, unos días antes del golpe, en 1973, cuando Prats dimite y Pinochet es investido por Allende como comandante en jefe del ejército”, explica Ekaizer. Afuera quedó, por ejemplo, el fallido intento golpista-terrorista de la CIA en 1970: “Desde ese momento los estadounidenses cambian la estrategia que venían adoptando y buscan debilitar a Allende por medio del caos económico, el desabastecimiento, y de la financiación a la huelga de los camioneros, al diario El Mercurio y a la Democracia Cristiana; pero ellos no montan un equipo de golpistas”, sostiene, en base a los cables desclasificados de la CIA que vio, aunque admite que no se sabe cuántos quedan todavía por desclasificar.
Cuando Pinochet cayó en Londres, Ekaizer fue enviado por El País de España (es adjunto a la dirección de ese diario) a cubrir el caso. Desde entonces, el dictador chileno fue su tema. Claro que el tema tiene infinitas ramificaciones: la intervención de la Justicia española y el juez Baltazar Garzón; las relaciones diplomáticas entre Chile, España y Gran Bretaña a partir del proceso; la excusa de la demencia senil de Pinochet como vía para zafar; las causas abiertas por el juez chileno Juan Guzmán contra él y cientos de militares involucrados; la dictadura y las internas entre las distintas fuerzas; la CIA, los crímenes. El enorme caudal de datos, fechas, personajes, circunstancias y testimonios da por resultado un libro entre exhaustivo y agobiante, con un índice onomástico que abarca veintitrés páginas.
“La idea fue hacer una historia completa, reconstruyendo las escenas”, subraya Ekaizer. “No es un libro que intente explicar por qué se dio el golpe de Estado. Si se quiere, parte de la base de que eso se sabe. Y si hay discrepancias, me da igual, lo que me interesa es cómo se produjo. Mucha gente puede objetar que no se cuente la trama económica, por ejemplo, pero pretender reducir los intereses del ejército a meros ejecutores del poder económico es como poner puertas al campo. Hay pinceladas sobre eso: está la escena en la que Milton Friedman le recomienda medidas a Pinochet. Pero no hice concesiones a favor de una lectura fácil: en ese sentido, no hay compasión.” Hechos y diálogos por sobre los análisis y las descripciones: ése es el camino estilístico al que apela la enorme crónica que es Yo, Augusto.
Ekaizer nació en Buenos Aires y empezó su carrera periodística en “Telenoche”; luego pasó por las redacciones de Panorama y La Opinión, siempre especializado en temas económicos. Lo último que hizo, antes de partir hacia España en diciembre de 1977, fue escribir columnas con seudónimo en Clarín. “Decidí irme porque desde el punto de vista periodístico era muy difícil trabajar”, dice. En España desplegó una gran trayectoria profesional, que incluye varios medios de primera línea, cuatro libros, radio y televisión.
–¿Cómo repercutió el libro en Chile, sobre todo en lo político?
–Acabo de presentarlo en la Feria del Libro de Santiago: la crítica fue estupenda. El Mercurio, por ejemplo, que siempre apoyó a Pinochet, destaca que el libro aporta material inédito muy importante en muchos terrenos. Por otra parte, el senador (Andrés) Zaldívar señaló que el argumento de la misión diplomática con el cual se pretendió salvar a Pinochet en Londres fue realmente un cuento chino; eso está en el libro. Zaldívar dice,además, que la forma en la que narro cómo la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) orquesta los asesinatos lo habilita para sostener que la responsabilidad de Pinochet en los hechos no es solamente política, sino también penal.
–¿Se hizo justicia con Pinochet o se lo molestó un poco?
–Yo no me lo planteo en términos tan absolutos. Hay que ver la dinámica que adoptaron los acontecimientos: cuando se detuvo a Pinochet en Londres era el hombre que seguía moviendo los hilos de la derecha en Chile. Y luego lo detienen, y le quitan la inmunidad, y cuando vuelve, le sacan el fuero parlamentario, y le imputan 75 asesinatos de la Caravana de la muerte, lo procesan, se decreta finalmente su arresto. ¿Que se lo podía haber enjuiciado? Bueno, sí. Creo que esos son los límites. Pero también es cierto que se abrieron otros 250 procesos. El ha salvado el pellejo, de acuerdo, pero lo hizo en condiciones de mucho deterioro.