ESPECTáCULOS
› UN RECORRIDO POR LA OBRA DE VITTORIO DE SICA
Imágenes de la Italia pobre
El especial que emitirá mañana Canal (á) enfatiza el papel que cumplió el director italiano en los tiempos del neorrealismo.
› Por Oscar Ranzani
El neorrealismo italiano produjo en su mejor momento, allá por la década del ‘40, una ruptura en los códigos tradicionales del universo cinematográfico. Los films que se inscriben dentro de su concepción recorrían imágenes que reflejaban realidades que el fascismo pretendía ocultar. Los directores del movimiento denunciaron a través de sus películas las miserias de la sociedad italiana de la posguerra. Allí incluían desde las arbitrariedades del mercado negro hasta los abusos políticos, entre otros temas. Por razones técnicas y estéticas, la mayoría de las producciones neorrealistas se filmaba en escenarios naturales y, en numerosas ocasiones, eran interpretadas por actores no profesionales, que ponían en juego su capacidad para la improvisación. Uno de los pilares del movimiento fue Vittorio De Sica, que compartió con Roberto Rossellini y Luchino Visconti, entre muchos otros cineastas, esa época del cine italiano. Su obra se verá reflejada en el especial que emitirá Canal (á) mañana a las 23.30.
Vittorio De Sica nació en Sora, Italia, el 7 de julio de 1901 en el seno de una familia pobre. Se crió en Nápoles. Con tan sólo diecisiete años se inició como actor con un rol secundario en El proceso Clemenceau, de Eduardo Bencivenga. Luego participó en un puñado de películas, hasta que alcanzó el éxito como protagonista de Gli uomini che mascalzoni!, de Mario Camerini (1932). En 1939 debutó como director con Rosas escarlatas. En 1943 filmó Los chicos nos miran, un largometraje cuyo nudo era un drama familiar, pero que resultó cuestionado por el exhausto régimen de Mussolini. Por un tiempo, De Sica se dedicó exclusivamente a la actuación. Sólo cuando finalizó la guerra, el cineasta italiano volvió a filmar y produjo en esos años tres películas que ocupan un lugar importante en la historia del neorrealismo: Lustrabotas (1946), Ladrones de bicicletas (1948) y Humberto D (1952).
Lustrabotas, con guión de Cesare Zavattini (que trabajó con De Sica en numerosas oportunidades) y Sergio Amidei, retrata a una ciudad de Nápoles devastada por la guerra. Los protagonistas son Pasquale y Giuseppe, dos chicos que son íntimos amigos y que se ganan la vida como lustrabotas. Ambos comparten el sueño de tener un caballo blanco. Y lo concretan después de que les surge “una oportunidad”: entregar unas mantas a una adivina. Juntos les muestran el caballo a los otros lustrabotas. Pero la alegría les durará poco, ya que la adivina denuncia que le han hurtado sus mantas. La policía los detiene y ambos, sin saber que han cometido un robo, van a parar a un reformatorio, donde sufren todo tipo de vicisitudes que les cambiará la vida e, incluso, les arruinará su amistad. El especial señala que “la mirada de De Sica y Zavattini es cruel, porque muestra que en esa ciudad devastada por la guerra ni siquiera la inocencia de la infancia está a salvo de la corrupción”.
A Lustrabotas le siguió Ladrones de bicicletas, otro trabajo clave en la filmografía del director. Está basado en la novela homónima de Luigi Bertolini, y refleja la miseria y la humillación humanas desde la ternura. La historia tiene como protagonista a Antonio Ricci, un obrero pobre y padre de familia que, tras un período de inactividad forzosa, consigue un empleo como cartelero municipal. Pero, luego de pegar el afiche de Rita Hayworth, le roban la bicicleta. Desesperado, ya que sin ella no puede realizar su trabajo, decide recorrer Roma por todos lados junto a su pequeño hijo. Y, al no encontrarla, roba otra bicicleta. “¿Por qué un hombre honrado al que le han robado termina robando?”, es el interrogante que dispara el especial. “El film no acusa al ladrón ocasional sino a una sociedad insensible e injusta que ha extraviado todos los valores y que arroja a los más débiles a la desesperación.”