ESPECTáCULOS
› “LAS PATAS DE LA MENTIRA” VUELVE A LA PANTALLA
El show de la esquizofrenia
Tras seis años de silencio, el ciclo de Miguel Rodríguez Arias retorna con un especial que analiza el discurso político de los noventa.
› Por Mariano Blejman
“Siempre se van incorporando nuevos amigos. Ahora, si esa amistad es producto de los sentimientos o producto de la conveniencia, yo no me pongo a analizar. Son amigos y punto”, decía detrás de sus patillas Carlos Menem en 1990 en la televisión. “La ampliación de los miembros de la Corte es para lograr una mejor funcionalidad, un mejor funcionamiento del Poder Ejecutivo... del Poder Judicial”, dijo Augusto Alasino, diputado en 1989. En 1993, José Luis Manzano, ministro del Interior, declaró: “Hay una mecánica que es que la gente que busca hacer cosas irregulares, busca aproximarse al poder y al Estado... eehh”. También está aquel dicho de Luis Barrionuevo: “Tenemos que dejar de robar por lo menos por dos años para sacar este país adelante”. Son algunas de las frases recogidas de la televisión abierta por el psicólogo y productor televisivo Miguel Rodríguez Arias para el especial de Canal 7 de Las patas de la mentira, subtitulado “Investigación sobre la impunidad presidencial en Argentina (1989-1999)” y que se emitirá hoy a las 22. “Aquí hubo una orgía verbal”, resume Rodríguez Arias a Página/12.
Las patas de la mentira fue censurado en democracia, por el gobierno de Carlos Menem, cuando se emitía al aire por América y el entonces dueño Eduardo Eurnekian estaba pujando por la licitación de los aeropuertos. Ernesto Tenembaum había viajado a Nonogasta para el programa de Jorge Lanata Día D y Emir Yoma le adelantó: “Ustedes sigan jodiendo que en diciembre se quedan sin programa”. Aquel hecho fue denunciado por el periodista Horacio Verbitsky el 2 de diciembre de 1997 en la tapa de este diario. La relación entre la dirigencia y los medios era dañina: Por entonces había sido levantado Sin límites, de Lejtman, Longobardi, Majul y Leuco, que habían hecho un informe sobre la pista de Anillaco.
Seis años después, Rodríguez Arias, creador de Las patas de la mentira (en base a esos archivos ya hizo dos películas, un ciclo conducido por Lalo Mir y terminó hace poco un film sobre el juicio a las Juntas, a estrenar en febrero) convenció al canal estatal de que en el discurso político televisivo de 1989 a 1999 estaban las claves del desastre ocurrido después y que merecía la pena observarse el material que él había seguido juntando en estos años de silencio fuera del aire. “Pero esta vez no se trata de fallidos”, cuenta Rodríguez Arias. “Un fallido es el reemplazo de una palabra por otra, pero aquí se analiza el discurso político: se dijo por televisión lo que se iba a hacer después. Viéndolo se entiende la catástrofe posterior.” Así aparece María Julia Alsogaray, interventora de ENTel. en 1989: “No va a haber capitalización de la deuda para esto, acá el que quiera participar tiene que traer dinero contante y sonante”. Los bonos recobraron su valor mágicamente poco antes y fueron utilizados para comprar empresas.
Rodríguez Arias recuerda que ningún fiscal llamó a Raúl Granillo Ocampo en 1991, cuando era secretario Legal y Técnico de la Presidencia y le dijo a un medio: “Los hombres que nosotros sabemos que son corruptos los tenemos sentados a nuestra mesa, y siguen siendo amigos de nuestros amigos y amigos de nosotros mismos”. El menemismo corrió la frontera de la moral de modo discursivo: “Para que lo inmoral y lo legal sean lo mismo”, declamaba por entonces Adelina de Viola. Todas estas frases están registradas por la incansable búsqueda de Rodríguez Arias que, a diferencia del resto de los programas televisivos que trabajan con material de archivo, resquebraja el discurso y hace evidente el trasfondo de aquellas frases que pasaron inadvertidas.
El caso más notorio es el de Luis Barrionuevo y sus dos años de parar de robar. Lo dijo en un programa de Mariano Grondona, que junto con Bernardo Neustadt y Mir-tha Legrand, oficiaron de marco para la orgía verbal desatada durante los primeros años de las privatizaciones, correspondida con la orgía del ingreso de dinero. “Cuando Barrionuevo dijo esa frase no pasó absolutamente nada. Grondona no repreguntó y siguió todo como si nada”, comenta el compilador.
El discurso político de 1989 a 1993, esa etapa de la orgía verbal, se corresponde con la era más promiscua de la privatización de las empresas. Hasta se lo puede ver a Alvaro Alsogaray explicando abiertamente que “nos convenía vender al más bajo costo”. El empalagamiento de la clase política se correspondía con la impunidad de un gobierno adornado. Pero ese discurso comenzó a atemperar después de 1993 cuando comenzó a acabarse el dinero que ingresaba por las privatizaciones. “Entonces, el discurso político se banalizó y aquel que osaba defender los derechos humanos y ciertos valores era acusado de haberse quedado en los ‘70”, memora Rodríguez Arias. Ya en 1991, Carlos Menem había dicho: “Los liberales, los socialistas, los peronistas mienten, pero... si tenemos que meter presos a los que mienten no queda nadie”.
Está todo dicho, está guardado en la tele, y sólo la construcción política de la retrospectiva logra hacer entender que lo que se dijo no era banal: o era cierto o era, justamente, la antítesis de lo que se estaba haciendo, una marca registrada del discurso menemista: “Yo no admito esa esquizofrenia, no admito el doble discurso. Considero perjudicial para los intereses nacionales esa incoherencia que habla de una cosa y hace otra cosa totalmente distinta”, dijo Menem.
Ahora, de una buena vez, el canal estatal, amparado por la primavera kirchnerista, se anima a ponerlo al aire como especial, con el ánimo de darle una programación habitual el año 2004. Pero queda la pregunta de por qué un programa que tenía un rating medianamente alto (7 u 8 puntos en América), que tenía una tanda publicitaria de 15 minutos (sobre los 12 habituales) y gozaba de gran prestigio fue sacado del aire cuando lo conducía Lalo Mir. Y por qué no pudo volver en estos seis años. Rodríguez Arias visitó todos los canales. Ni Canal 13, ni Telefé, ni América, menos aún Canal 9, se interesaron. El canal estatal de distintas administraciones tampoco se animó a emitirlo. Será que las denuncias pasan, pero los discursos políticos quedan.