Sáb 27.12.2003

ESPECTáCULOS

La Argentina al diván, y Juan Palomino a la radio

El personaje guionado por Marcelo Cotton e interpretado por Juan Palomino se llama doctor Jorge Alzaga. Lo consultan, por Del Plata, oyentes que a su vez interpretan a la Argentina, como si la política fuera un complejo, el deseo, una transferencia o una contratransferencia.

› Por Adriana Meyer

El doctor Jorge Alzaga abre las puertas de su consultorio. “No estoy muy acostumbrado a hablar frente a un micrófono, y menos en una radio. Pero estoy aquí para reflejar los conflictos, las angustias que suscitan mis pacientes... los argentinos. Con perdón de mi maestro, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, voy a develar algunos secretos”, decía el actor Juan Palomino en la piel de Alzaga al abrir los primeros programas de Argentina al diván, una original propuesta en clave de radioteatro. En realidad, nació como una producción periodística sobre la Argentina como país altamente psicoanalizado, en el ciclo ‘99 de Eduardo Aliverti en Radio Rivadavia (Marca de Radio). “Iba a llamarse El diván en la Argentina, pero me pareció trillado, y así surgió Argentina al diván, como una mujer que se psicoanalizaba”, explicó a Página/12 Marcelo Cotton, responsable de la idea, guión y producción general. Con el empuje de oyentes y amigos, se transformó en un microprograma de cinco minutos que se emitió en Radio Nacional todas las noches a las 23.55, entre noviembre de 2001 y abril de 2002. Hasta que saltó a Del Plata, ya como programa semanal de una hora, los domingos a la medianoche.
Juan Palomino confiesa que se siente cómodo con su personaje radiofónico. “La radio no es para mí un medio ajeno. Siempre me permitió buscar distintas formas de relato, desde el radioteatro estilo años ‘50 hasta el programa que hacía con mi padre, en el que había poesía e información latinoamericana”, recuerda. Palomino juega a la vez el rol de psicólogo y conductor, que da el teléfono y presenta los mensajes grabados por los oyentes. En ocasiones, el doctor Alzaga necesita consultar a colegas. Y elige a Elina Aguiar, que le dice: “Te pasa lo mismo con ella (su paciente, Argentina), en contratransferencia”, cuando Argentina le confiesa: “Tengo recursos, pero el encandilamiento puede más”. Resulta que en los primeros programas, Argentina estaba subyugada por ese “nuevo orden”. Se escucha un corte de audio con la voz de Néstor Kirchner, y la paciente elogia a “su nuevo hombre” que “es tan valiente”, que la hace “sentir renovada”. Hasta lo llama “Pingüi”. El terapeuta le pregunta a Argentina, en la voz de Adriana Ferrer, si tiene proyectos. “No, todavía no hago proyectos, después de tantos fracasos sólo quiero disfrutar el momento”, responde. “¿Qué otros proyectos no pudo concretar con sus otros hombres?”, pregunta Alzaga. Y se escuchan cortes de Alfonsín, Menem y De la Rúa. “Uno quiso llevarme a vivir al sur, y otro hasta la estratosfera. En cambio éste siento que me escucha... a ver si por hacer proyectos me quedo otra vez sola”, dice Argentina. “Traumatismo acumulativo”, reflexiona el psicólogo Alzaga. Una vez más, opina Elina Aguiar. “El presente puro, placer inmediato y efímero”. Y Alzaga piensa: “Quién no se sintió cautivado por un presente generoso, yo mismo me arrojaba cómodo a la embriaguez del uno a uno. ¿Debería haberme dado cuenta de la farsa que encerraba?”
Cotton comenta que “los psicólogos se enganchan con el programa. El termómetro profesional es la licenciada Aguiar, que es nuestra asesora y compone un personaje como colega de Alzaga”. Casi todo el programa está guionado, después se graba con los actores, se seleccionan las mejores tomas y se edita y musicaliza. “Cada hora de aire lleva un trabajo de aproximadamente 72 horas. Sólo las aperturas de bloque y la despedida se hacen en vivo. Cada música que acompaña al relato, cada palabra y cada tono tiene su razón de ser. Es un programa para ser escuchado. En este caso la radio no es sólo una compañera”, describe el realizador. La cuidada e impecable edición y musicalización están a cargo de Mariano Randazzo, mientras que Malena Srur se ocupa de la producción. Los separadores repiten “un país que late, piensa, vive, sufre. Una mujer que busca su identidad”, o “Argentina al diván, ficción de nuestra realidad. Hay muchos argentinos, pero un solo inconsciente colectivo”.
Según Cotton, “la Argentina no es nada sin los argentinos, es la mezcla de voces que aparecen en su cabeza, las de su historia y su presente. Es el discurso por un lado y lo que no quiere ver de ella misma, porque no es cómodo, por el otro. En ella se dan los conflictos entre sus partes enfrentadas, se evidencia, se hacen claras sus tendencias a la repetición de la historia. Ella fue una mujer golpeada físicamente (todos fuimos golpeados) y los efectos psicológicos, las marcas (el trauma), no se borran fácilmente”.
A Palomino un oyente le preguntó sobre su formación de psicólogo, pero le respondió el personaje Alzaga. “Me he psicoanalizado, pero no por mucho tiempo, no soy un conocedor. Acá es un instrumento para ahondar en una problemática que nos compete a todos. Confío mucho en Marcelo (Cotton), cuando algo está muy bien escrito uno no tiene más que leerlo, y si la escritura fluye y con la temática hay acuerdo, resulta un disfrute hacer el programa.” Palomino asegura que lo sorprendió haber recibido felicitaciones en la calle. “Eso me hace feliz, porque significa que uno puede cosechar lo que sembró, el patrimonio que me legó mi padre y espero darles a mis hijos: un mundo de ideas, tolerancia, memoria, sentimiento, es el mundo en el que creo moverme y me representa. Eso me permite este programa de radio”, afirma.
“A mis pacientes los encuentro a todos con un vacío de futuro”, dice Alzaga. Y se escuchan testimonios de gente de la calle. En el consultorio, acompaña de fondo el tic-tac de un reloj. “Por contratransferencia yo tampoco creía en mis potencialidades”, dice el psicólogo. En el final de ese capítulo, él arremete enfáticamente con un interrogatorio: “¡Qué quiere, hacia dónde quiere ir, sea un actor, cuestiónese...!”. Y Argentina responde: “¡No puedo, voy a salir herida, me pueden matar, me van a matar!”. Sus palabras se funden con el audio de Jorge Rafael Videla describiendo qué es un desaparecido y otros sonidos del 20 de diciembre de 2001. Tras varias sesiones, Argentina le confía a Alzaga: “Me entregué sin pensar, se aprovecharon de mis riquezas, me dejaron cada vez más vacía y resignada, y siento que no luché lo suficiente por mis derechos”.

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