Mié 31.12.2003

ESPECTáCULOS  › LA PROGRAMACION TELEVISIVA DE AÑO NUEVO METE MIEDO

Pase una víspera repugnante

Los canales no respetan la programación a tono con la fecha y ofrecen acción Clase B, compilados de Susana y Tinelli, especiales de bailanta y series malas. Un pantallazo frío para las doce pasas.

› Por Julián Gorodischer

Víspera extraña la que propone la TV: sin la promesa del recogimiento o la plegaria, sin ninguna película alusiva ni pesebre viviente. La ciudad, en 2003, se llena de pesebres y fanales del siglo XVIII (en el Cabildo, los bares notables, La Manzana de las Luces) en un impensado giro religioso para los emblemas del civismo, pero la tele dice “no”, se harta, se rebela, y ofrece al solitario un 31 a la noche lleno de acción, violencia, chicas desnudas y cumbia villera. El solo mira la mesa vacía, o se escapa del pequeño infierno familiar, y se encierra a ver TV. En América, las panzas blandas de los cumbieros sexies (Sebastián Mendoza, Néstor de La Base) se suceden desde las 21, alternados con el chorro de palabras de la Tota Santillán en el especial de Pasión de sábado. Si cómo se pasa el Año Nuevo es un síntoma del cambio que se viene (o un balance), el de América es la consagración del programa de cumbia como su momento estelar. El solitario improvisa un pasito bailantero, y después cambia de canal.
En Telefé, el Especial de Vale la pena promete, desde las 21, prolongar lo que se vio en la Nochebuena: un compilado de “mejores momentos” de Susana, Tinelli y Trato hecho, rating seguro con las perlitas de los éxitos del canal. Esto no tiene nada que ver con las prioridades del pasado: para la víspera, una película histórica o un documental. Se pierde cualquier reminiscencia del “vivo y en directo” pero a cambio llega otra vez la Propuesta Indecente de José María a la modelo confundida con prostituta (en Videomatch), en alarde incorrecto que se desentiende del espíritu festivo. Y después, Julián Weich promueve la acumulación compulsiva en Trato hecho, y se ve ese minuto en el que el tipo está a punto de batir el record pero lo pierde todo por ambicioso: es la catarsis colectiva de ver el derrumbe del típico especimen de la clase media, tal vez la clave para entender la compulsión a seguir esta lotería de numeritos y maletines forrados. Los conductores del compilado, a esta altura, son evidentes aprendices de Marcelo Tinelli, verborrágicos y levemente desubicados en el piropo a las “chichis”, pero cumplen con la condición fundamental: la sonrisa como mueca instalada hasta que el show termine.
El solo tiene una leve convulsión, y después cambia de canal. En Canal 13, los chicos de Son amores cenan en familia con el tío, pero por suerte es el típico hogar rejuntado y no la familia tipo. Aquí se pelean o se aburren, y esa escena no hace daño. Y más tarde se larga la película de acción, Fuga al amanecer, con Jeff Goldblum y Michelle Pfeiffer, rapidita y sin concesiones, como todo en la víspera, cuando los ritmos se aceleran, no hay que pensar mucho, y el género será el de acción o no será. El cable se llena de propuestas de este tipo, siempre con una clara predilección por Schwarzenegger. Usa Network promociona su Infierno rojo, y más tarde Terminator. En cualquier caso, el rubio combate contra un Anticristo o una peste, como para que el Año Nuevo encuentre al solo afectado por fantasías de “último día”. Por algún motivo, una mayoría de films del 31 elige el tono apocalíptico: desde los delirios disfrazados de epopeya de El día final, también con Schwarzenegger, hasta las videncias sobrenaturales de Mensajero de la oscuridad proponen una víspera de “estados alterados”: la sensación de empezar el año con la visión paranormal o la crispación del no future. El solo se asusta un poquito y después cambia de canal.
Si un final de año siempre implicó una programación a tono, la de 2003 elige por algún motivo la masacre y la terapia intensiva. El documental El hundimiento del Crucero General Belgrano (por National Geographic Channel) y un especial de E. R. Emergencias, en Warner, se suceden para estimular la ajetreada noche del solitario, que suspira y busca alivio en otro canal. Se topa en Canal (á) con una repetición del Savater 10 M dedicado al Honrarás a tu padre y a tu madre, una reflexión sobre el mandamiento más superyoico a cargo del filósofo español, y la elección perturba. Las sitcoms siempre ofrecen un remanso: Seinfeld y Mad about you ventilan la víspera (por Sony) y Miss Match (por Fox) hace saber las razones de su levantamiento abrupto en Estados Unidos: ¡Es malísima! El solo recuerda a Alicia Silverstone en sus mejores tiempos (Ni idea), la contrasta con su presente de celestina, y cambia de canal.
Sólo queda atender por un rato a los Institucionales de Saludo de Año Nuevo, esta vez sólo por Canal 7 y Canal 9, porque Telefé y el 13 (precursores del género) se abstuvieron. El del 7 es lo más clásico en saluditos: famosos de segunda línea (la gente del canal) cantando una loa a sí mismos con fondo blanco y total ascetismo. Nada de glamour o brillitos en el vestuario, poquísimas caras identificables (apenas Ernestina Pais, o María Belén Aramburu), y el resto es el paneo por las caras de médicos, relatores y entorno en cantito emotivo que no consigue su propósito: ser ganchero. El del 9 es su opuesto perfecto: pretende retomar todos los clichés de la grandeza. Las gatitas de Sofovich y Susana Roccasalvo están en la primera fila con vestidos larguísimos, con fondo de Teatro Colón, y el director de orquesta las arenga a canturrear sobre una melodía clásica. En el 9 hay referencias a todas las formas revisitadas en esta clase de saludos: levantarse y salir adelante, abrazarse con la familia y, por supuesto, mirar Canal 9. Justo en el minuto en que empieza el Año Nuevo, el solo apaga el televisor. Y se pone a llorar.

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