Dom 14.03.2004

ESPECTáCULOS  › COMPAÑIA DE DANZA BALLET CON HUMOR

Furcios en movimiento

Son una especie de TVR, en tanto parodian personajes y obras reconocibles en el ambiente de la danza. “El ballet tiene una estructura rígida y nosotros tratamos de desarmarla”, destacan.

› Por Silvina Friera

La compañía cómica Ballet con humor es un caso atípico dentro del panorama de la danza clásica. La rareza no reside en cuestiones de género: todos los bailarines son hombres y no hay ninguna mujer que integre el grupo. Los integrantes, que se formaron en el rigor y la disciplina del mundillo clásico, se atreven a mirarse el ombligo y a parodiar obras reconocidas. El embrión de esta propuesta se gestó hace más de 15 años, durante las fiestas de la primavera que se realizaban en el Teatro Colón. Lo mejor de estos festejos no pasaba tanto por la ingesta alcohólica y el descontrol. Simplemente invertían los roles: los varones interpretaban los papeles femeninos y las mujeres los masculinos. Adrián Dellabora, uno de los directores de la compañía, dice que después de varias de estas celebraciones delirantes, muchos empezaron a tomarse en serio el asunto de armar un grupo que se dedicara a parodiar al ballet. “El hombre en la danza no utiliza zapatillas en punta porque es una técnica exclusiva de la mujer. Aunque manejar esto nos costó mucho, a la larga contribuyó a subrayar el grotesco en nuestros espectáculos”, señala Dellabora en la entrevista con Página/12. El espectáculo se presenta los viernes y sábados a las 21 en el teatro Margarita Xirgu (Chacabuco 875).
“El ballet es una estructura muy rígida y nosotros tratamos de desarmarla”, advierte Daniel Negroni, maestro de baile y asistente de dirección de Ballet con humor, que este año cumple 10 años. “Aunque salgamos a escena vestidos y maquillados como mujeres, con las zapatillas en punta, queda claro que nuestra intención no es ser mujeres sino que nos limitamos a satirizar estilos y roles asumidos por las bailarinas”, aclara Negroni.
–¿Respetan las coreografías o las deforman para profundizar en lo humorístico?
Adrián Dellabora: –Mantenemos las coreografías originales, pero después les agregamos sutiles toques de comicidad. En el caso del Quijote se parodia a la bailarina respecto de sus pensamientos, en los conflictos que tiene con su partenaire, que la maneja mal, que tiene las manos transpiradas y ella piensa que se va a caer. Generalmente, nos basamos en lo que realmente ocurre en escena. Lo habitual es que cualquier accidente se disimule. Como muchos somos bailarines del Teatro Colón o del Teatro Argentino, cuando estamos ensayando vemos furcios y nos miramos con cierta complicidad. “Esto es de ballet con humor”, nos decimos, y lo aprovechamos para incorporarlo en nuestros números.
–¿Ustedes, entonces, funcionan como si fueran la Televisión registrada del ballet?
Daniel Negroni: –Es una buena idea (risas). Es verdad que hay algo de eso en nuestro estilo, pero somos festejados por los bailarines y el público en general porque reflejamos una realidad que no se aprecia a simple vista en una típica función de ballet.
A.D.: –Hay muchos bailarines retirados que nos vienen a ver y recuerdan sus etapas en el teatro Colón, lo que vivían en algunas de las funciones. En la trastienda, ahí cuando estás a punto de salir, surgen inconvenientes insólitos. Uno está preparado y de pronto se rompe algo, por ejemplo un traje, y hay que salir igual.
–Ustedes que son cazadores de furcios, ¿qué hacen cuando se equivocan en escena?
D.N.: –Aprovechamos el error y lo mostramos porque para practicar el humor, primero hay que saber reírse de uno mismo. Y eso es lo que hacemos. Aunque todo está muy ensayado y pautado cuando cometemos un error o varios seguidos, en vez de ocultarlos, al mejor estilo “acá no pasó nada”, los agrandamos para que se vean. Gracias al humor nos sentimos más libres en el escenario.
–¿Qué situación que tomaron de la realidad, ya sea de una función o un ensayo, les resulta la más divertida?
A.D.: –En Las cuatro al paso, parodiamos y satirizamos a una directora que estaba corrigiendo a una bailarina, que gritaba exasperada y daba indicaciones todo el tiempo. A esa directora se la grabó, sin que ella se enterase.
D.N.: –Es la señora Esmeralda Agoglia, que en este momento es subdirectora del Teatro Argentino de la Plata y es muy fanática de nuestro trabajo.

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