ESPECTáCULOS
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La pasión según Mel Gibson
Por Pbro. Eduardo de la Serna*
Puesto que muchos miembros de la Iglesia han dado su opinión favorable con respecto a la película La Pasión de Cristo de Mel Gibson, como miembro de la Iglesia, también yo quiero manifestar mi opinión exactamente en contrario:
Creo que la película está llena de errores históricos, lo cual no me parecería importante si no se la presentara como una presentación de lo ocurrido. Un artista, en aras de su mensaje, puede perfectamente modificar la realidad histórica, pero en ese caso deja claro que su interés no es realizar una suerte de “documental”, con diálogos en las lenguas “originales” (¿latín? ¿En Palestina?). Todo trabajo histórico debe basarse en fuentes lo más objetivas o seguras posibles, o en una mirada crítica de las fuentes. Nada de eso ocurre en la película. Si se hubieran utilizado fuentes serias, por ejemplo, no se hubiera podido presentar a Pilatos casi como si fuera un cristiano más.
Son preocupantes los errores bíblicos, como es –para comenzar– el uso de los relatos de los Evangelios como fuentes históricas; la falta de las necesarias mediaciones entre lo que (aparentemente) se dijo y la diferencia con lo que eso hoy nos quiere decir; la selección de textos es algo razonable cuando los hay diferentes y hasta contradictorios u opuestos, pero no debe perderse de vista el objetivo y causa de esa tal diferencia. Ya desde el comienzo se cita al profeta Isaías dándole una cronología inexacta, se identifican personajes que no pueden aceptarse en su identificación (la Magdalena, por ejemplo), y por sobre todas las cosas, la lectura bíblica que se realiza es evidentemente fundamentalista (la Comisión Bíblica Vaticana llamó a la lectura fundamentalista de la Biblia en 1993, “un suicidio del pensamiento”).
Y lo que me parece más preocupante es el cúmulo de errores teológicos. En ningún momento queda claro por qué le pegan tanto a Jesús. Y tampoco queda claro que él padece esto por amor. Lo que es evidente –horrorosamente evidente– es que esto lo padece y así ocurre porque “así Dios lo quiere”. Jesús lo afirma repetidas veces, en la película. Lo que Dios afirma, a lo largo de todo el film, es que quiere –por motivos que desconocemos– que su Hijo amado sea flagelado, torturado, burlado, azotado y crucificado. Aunque queda claro que eso es Dios el que lo quiere, ya que si el que lo hace es “el mal ladrón”, inmediatamente un cuervo le saca los ojos. Este Dios sanguinario, sediento de la sangre de su Hijo (también lo ve así Saramago en El Evangelio de Jesucristo, pero al menos, éste tiene la salud mental de ser ateo de este Dios terrible) no sabemos por qué quiere todo esto de su Hijo. “Curiosamente” (en realidad no es curioso en un cristianismo preconciliar. Lamentablemente), lo que es evidentemente una “palabra de Dios” en medio de todo el drama de la Pasión, que es la resurrección, sólo ocupa 42 segundos –y superficiales– de la película.
Tendría mucho más por decir (y lo he dicho), como la paupérrima imagen de la Virgen María, el antisemitismo, la pésima calidad artística, el sadismo enfermo que necesita mostrar todo, incapaz de sugerirlo, y muchas otras cosas más. Creo, en suma, que La Pasión es una película hecha por un católico de ultraderecha y preconciliar, y para peor, enfermo de sadismo superficial.
* Doctor en teología.