ESPECTáCULOS
› PAGINA/12 PRESENTA “HORACIO MALVICINO JAZZ QUINTETO”
Episodios de música libre
El disco registra una antológica grabación de 1964 en Radio Ciudad y permite entender el desarrollo del jazz moderno en el país.
› Por Karina Micheletto
Horacio Malvicino es uno de esos músicos que siempre mantuvieron un training intenso. Como integrante de distintas formaciones de Astor Piazzolla, grabó quince discos. Su obra tanguística personal, siempre abierta al jazz y a la bossa nova, también es extensa, con proyectos junto a músicos como Leopoldo Federico y Daniel Binelli. También hizo música para numerosas películas y comerciales. Antes de todo eso fue considerado pionero del jazz moderno en la Argentina y el primer guitarrista local de bebop. Y, sin embargo, hasta hace relativamente poco no había ninguna grabación que llevara su nombre al frente de una formación. La carencia fue solucionada por el sello Melopea dos años atrás, aunque con una grabación de 1964. Con su edición de mañana, Página/12 reedita Horacio Malvicino Jazz Quinteto, el disco que resultó de aquellas antológicas grabaciones en el auditorio de la Radio Ciudad de Buenos Aires.
Aquel ciclo de Radio Ciudad incluyó a las figuras más representativas de distintos géneros, y por allí pasaron Enrique Villegas, los Hermanos Abalos y Horacio Salgán, entre otros. “Eran audiciones cortas, de quince minutos, pero que tenían una audiencia impresionante”, recuerda Malvicino. La formación del disco se completa con Horacio “Chivo” Borraro en saxo tenor, Santiago Giacobbe en piano, Mario “Mojarra” Fernández en bajo, Rolando “Oso” Picardi en batería y Oscar Alem como invitado en un tema, tocando el bajo. El repertorio abarca desde standars de jazz de los más revisitados como Misty hasta Tune Up de Miles Davis, un tema que lleva la firma de Borraro o una reunión de Improvisaciones sobre blues. O sea, todo aquello que tenían ganas de tocar. “Y todo totalmente improvisado, como corresponde al jazz”, advierte el guitarrista. “Fue tan encantador vivir los encuentros con aquel grupo... Era como jugar en la delantera del seleccionado. Nos conocíamos tanto que con sólo mirarnos ya sabíamos lo que iba a pasar”, dice, y enseguida aclara: “De más está decir que la grabación está hecha con otra tecnología, se grababa con un solo micrófono y el técnico tenía que tener en cuenta la ubicación de todos los instrumentos. Y todo iba directamente, sin pruebas previas.” Como cierre del CD, se escucha el anuncio de una locutora que sitúa al oyente en la época: “Un programa similar, con Horacio Malvicino y su quinteto de jazz, el próximo miércoles, siempre en el horario de las 19.30”.
Don Nobody y Alain Debray fueron los sinónimos que Malvicino utilizó para enmascararse frente a los puristas del jazz y hacer música “comercial” con tranquilidad. Pero Malveta es como siempre lo llamaron sus amigos. En Concordia, donde vivió hasta los 18 años, conoció a Django Renjardt y Chary Christian gracias a un amigo coleccionista. Cuando llegó a Buenos Aires se fascinó con el llamado movimiento bopper, y junto a músicos como el Gato Barbieri, Lalo Schifrin y el Mono Villegas le rindió culto en el Bop Club, el lugar donde nacieron los primeros intentos por desarrollar el jazz moderno en la Argentina. Hasta aquel club de Congreso lo fue a buscar Piazzolla para pedirle que formara parte del primer Octeto que concretaría de 1955 a 1958. Y lo siguió convocando hasta la disolución de su último Sexteto. “Tuve la satisfacción de que el Tano me llamara cada vez que se le ocurría. He entrado y salido diez veces de sus agrupaciones”, comenta el guitarrista. “‘O dejás a Piazzolla o te reventamos’”, cuenta que le decían en aquella época por la calle, sin mucha metáfora. “Amenazas de ese tipo recibía todos los días. Llamadas telefónicas, anónimos, tomatazos, tipos que me puteaban por la calle. Para peor yo era la guitarra eléctrica: el objeto maldito dentro del tango.”
En el libro de memorias de Piazzolla que recopiló Natalio Botana se lee la opinión del bandoneonista sobre Malvicino: “Es el guitarrista que mejor comprendió todo lo que yo escribí, tal vez porque es el más tanguero de los tres” (los otros eran Cacho Tirao y Oscar López Ruiz). Malvicino elude el cumplido y explica el camino recorrido: “Me pasé la vida al lado de Piazzolla y su maravillosa influencia que no se me va a ir así nomás. Pero yo quiero seguir haciendo mis cosas”, explica, por si hace falta.