Mié 26.05.2004

ESPECTáCULOS

“Las crisis son el motor de nuestra vida cotidiana”

Constanza Macras es una de las responsables de Pegarle a la bolsa, una obra de danza-teatro que encuentra sus disparadores en la prensa amarilla y los magazines femeninos de TV.

› Por Cecilia Hopkins

Hace dos meses, la bailarina y coreógrafa argentina Constanza Macras –quien reside desde 1995 en Berlín– viajó a la ciudad de Córdoba para comenzar el montaje, junto con artistas locales, de Pegarle a la bolsa, el espectáculo que acaba de estrenarse en esa ciudad bajo el auspicio del Instituto Goethe. Hace dos años, Macras había tomado parte del Festival Internacional de Teatro Mercosur (que anualmente tiene lugar en la ciudad mediterránea) con Cocina erótica, espectáculo de danza-teatro que logró una singular recepción en la cárcel de mujeres, uno de los lugares donde fue programado. Nacida en Buenos Aires hace 34 años, la directora comenzó sus estudios de danza contemporánea con Margarita Bali, formación que completó en Nueva York, en el estudio Merce Cunningham y en Amsterdam, con Ivan Kranmar, Glenn Eddy y Amanda Miller. Desde 1995 reside en Berlín, donde tiene una compañía propia, la Gorky Park, formada por bailarines provenientes de diversos países.
Considerada como uno de los referentes del arte interdisciplinario, sus obras suelen durar varias horas y estrenarse en espacios no convencionales: algunas de ellas tuvieron lugar en una carnicería abandonada, una cantina, un shopping y el baño de un teatro, el Berliner Schaubüne. La crítica alemana afirma que sus trabajos sobresalen por su espontaneidad y la libre asociación de elementos tales como mensajes publicitarios, materiales de desecho, bailes callejeros y videoclips. En Scratch Neukölln, una de sus producciones, Macras trabajó con chicos de un barrio de Berlín de padres libaneses, serbios y polacos, a quienes pidió que improvisaran movimientos sobre la música de su preferencia, esperando descubrir de este modo los códigos e impulsos característicos de su ambiente social y cultural: durante la obra, los niños no tuvieron un rol fijo, quedando en el escenario, en total libertad. En De vuelta al presente, en cambio, la coreógrafa abordó el tema del fin desde diversos ángulos (el fin del mundo, el fin de una relación amorosa, el fin de la Guerra Fría), para lo cual utilizó muñecos de peluche, cartas de amor y flores de plástico sobre la escena.
Para la concreción de Pegarle..., Macras convocó a las actrices del grupo Cero Punto Ellas, a Gonzalo Marull para realizar la dramaturgia, al músico Jorge Monteagudo y al vestuarista Matías Zanotti. Macras (quien ya volvió a Berlín para trabajar a pleno en otro proyecto) asegura que el objetivo de sus puestas consiste en “romper con los artificios teatrales para que el arte devenga en no-arte”.
–¿En qué consiste esa “adicción a la realidad” que los críticos le atribuyen?
–No sé si se trata de una adicción a la realidad, lo que sí puedo decir es que, definitivamente, mi trabajo no es de naturaleza abstracta sino que parto de un concepto determinado, aunque siempre intercalo coreografías abstractas en mis obras. Todas ellas están constituidas por textos, música y danza, y el modo en que se articulan todos estos elementos tiene que ver con la realidad. Los textos son desarrollados con los actores y bailarines, mientras que las coreografías muchas veces surgen del cine y los videos que utilizo están grabados en la calle y sin libreto. Lo que más nos interesa a mi compañía y a mí es la combinación de elementos, por un lado relacionados con el arte, y por el otro con las cosas que pasan en la calle misma.
–¿Qué aspectos concretos de nuestra realidad inspiraron Pegarle a la bolsa?
–El punto de partida de esta obra es la crisis como estado permanente de la vida cotidiana. En esa instancia, uno vive pendiente de la crisis, sin darse cuenta de que la mayor parte del día, la mayor parte del motor de nuestras acciones tiene que ver con diferentes tipos de crisis. Los aspectos concretos en los que basamos parte de la obra fueron extraídos de la prensa diría semi amarilla, los programas televisivos de manualidades para la mujer y la estética de “la mujer famosa” quien, sin discriminación de edad o profesión, aparece con vestuarios y posiciones igualmente ridículos (esa idea local de lo que es sexy es, a mi juicio, patética). Los textos fueron escritos por los actores invitados (Soledad González y Ariel Dávila) junto al dramaturgo Gonzalo Marull, a partir de “historias de amigos de amigos”, inspirados, además, en la revista Gente, entre otras cosas.
–¿En esta obra también está presente el material de desecho?
–Cuando creo espectáculos fuera de Europa, la realidad me ofrece otro material y esta influencia se nota en el contenido del producto. Pero aun cuando cambio de ambiente social y cultural, siempre conservo el mismo formato de espectáculo. En la realidad argentina es difícil distinguir qué es el desecho... si se tiene en cuenta la expresión “no tiene desperdicio” o esta suerte de abaratamiento de la realidad, todo esto conduce al aniquilamiento de la metáfora.

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