Lun 31.05.2004

ESPECTáCULOS  › MURIO LA CRITICA Y REALIZADORA MABEL ITZCOVICH

Una mente lúcida e intensa

› Por Silvina Friera

La gran pasión de Mabel Itzcovich, que murió el sábado pasado a los 76 años, fue el cine, al que se entregó incondicionalmente no sólo en calidad de realizadora sino como periodista y crítica. Autora de De los abandonados (un film que desentraña los métodos terapéuticos utilizados en los hospitales de niños de Buenos Aires) y del mediometraje Soy de aquí (con voz en off de Leonardo Favio), los cinéfilos la recordarán, además, por haber sido una de las pioneras en el periodismo cinematográfico: en la década del ‘50, dirigió la revista Cuadernos de cine junto con su esposo, el cineasta Simón Feldman, y en los sesenta fue integrante de Tiempo de cine (con el futuro cineasta Edgardo Cozarinsky). Hasta entonces, las revistas del género se dedicaban a informar sobre la vida de las estrellas del celuloide o se orientaban al negocio de la exhibición. Pero Itzcovich, que ganó una beca y estudió cine en París, percibió o intuyó que era necesario acceder al fenómeno fílmico como realización cultural desde los saberes del crítico como sujeto especializado, aspecto que recién se consolidaría a partir de los años 70.
“Era una persona muy culta, una periodista a la vieja usanza, que podía escribir sobre economía, política internacional, entrevistar a un presidente o a un escritor. Podía escribir de lo que fuera sin titubear, y por eso era respetada por todos sus colegas y por los que tuvimos la suerte de compartir con ella alguna redacción, que en mi caso fue en El Cronista Comercial y en La Calle”, la recuerda su prima Susana Itzcovich, presidenta de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina (Alija). Itzcovich, que había nacido en Rosario el 15 de octubre de 1927, trabajó en Página/12, La Opinión, Sur y Clarín, entre otros medios, en los que escribió sobre cine, literatura y teatro. “Mabel era muy exigente con los demás y con ella misma cuando trabajaba –cuenta la periodista Lilia Ferreyra–. Ella admiraba mucho a la escritora Virginia Wolff, y siempre defendió los derechos de la mujer, pero desde un feminismo para nada obtuso.”
Después de que un grupo de tareas le allanó la casa, Itzcovich se tuvo que exiliar en Roma (estuvo allí entre 1977 y 1984). Una de sus hijas, Laura, que tenía 18 años y estudiaba en el colegio Carlos Pellegrini, fue secuestrada y desaparecida por la dictadura militar. Mabel tenía una costumbre, que acaso sea consecuencia del horror que padeció en los años 70: se mudaba de departamentos, según decía ella, cuando se aburría del lugar en el que vivía, y así cambió San Telmo por el barrio de Congreso, en la que sería su última mudanza. Las complicaciones cardíacas, luego de una operación de by-pass, apagaron la vida de una mujer intensa y lúcida, que contagiaba su frescura y su amor por el trabajo periodístico. En una de sus últimas colaboraciones para medios extranjeros, hace un año, envió una crónica de la primera semana del gobierno de Néstor Kirchner que salió publicada en Il Manifesto, periódico italiano en el que colaboraba con frecuencia.

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