ESPECTáCULOS
› MARIA JOSE DEMARE PRESENTA SUS CANCIONES, GRATIS
“El tango debe tener mugre”
La cantante admite que su linaje, que incluye al cineasta Lucas y al compositor Lucio, la puso en una situación incómoda. Pero ahora canta sin miedos un tango muy diferente de la postal clásica for export.
› Por Karina Micheletto
“Yo de tanguera no tengo nada”, larga María José Demare, como si nada. Y también: “El apellido puede llegar a ser un tormento. Si sabía que era tan difícil de llevar, me lo cambiaba”. Por fin una entrevistada que dice las cosas de frente. María José canta tangos, y también escribe las letras, jugadas, de esos tangos. Lleva el mismo apellido que su padre, Lucas, el cineasta que filmó La guerra gaucha, entre muchos clásicos del cine nacional, y que su tío, Lucio, el pianista y compositor que hizo Malena, entre muchos clásicos del tango. Cualquiera puede imaginar que tamaña herencia es difícil de llevar, pero a la hora de las declaraciones casi todos los “hijos de” se quedan en la parte del orgullo. No es el caso de la actriz y cantante María José Demare, que mañana a las 20.30 se presentará en el ciclo Tango 04 del Centro Cultural San Martín, de entrada gratuita, con un repertorio de nuevos tangos arreglados por el músico Daniel García.
Con un look más cercano al rock and roll, pelos parados en la cabeza y borceguíes en los pies, María José sabe que se metió en un género que suele recibir a los nuevos exponentes con una mueca de desconfianza. Y más si ese nuevo exponente es alguien que se larga a hablar en sus letras de las mujeres golpeadas exponiendo una historia personal o que retrata a Buenos Aires en términos bastante diferentes del de la postal for export: “Buenos Aires, desnuda, cibernética y cruel/ hoy bohemia es trasnoche abrazado a Internet/ ya la luna no brilla en ninguna parrilla/ chiquilín de Bachín es un yuppie sin fe”, dice, por ejemplo, Cibernética Buenos Aires, el tango que María José eligió como corte de difusión, pero que ninguna radio le pasa.
–¿De dónde saca los temas para sus tangos?
–De lo que veo, de lo que vivo, de lo que siento en esta ciudad hoy. Ojo: yo escuché un montón de gente que hace tangos nuevos, pero igual suenan a viejos. Y, para eso, prefiero los tangos clásicos. Yo escribo como me suena el tango hoy, y busqué un compositor como Daniel García, que hace arreglos que suenan a tango hoy.
En sus espectáculos, María José canta, baila y actúa, todo al mismo tiempo. Sus temas no están interpretados con perfección, y ella lo acepta: “Para mí el tango tiene que tener un poquito de cosa sucia, no puede ser prolijito. Antes fue del arrabal y hoy va por otro lado, pero siempre con un poquito de mugre”, explica. En el show de mañana aprovechará para hacer un homenaje a su padre, con fragmentos de distintas películas y fotos. Y también a Tita Merello, que fue su madrina artística. “Ella era brava, pero a mí me cuidaba mucho. Un día me llamó y me dijo que quería regalarme toda su ropa. Yo no acepté. Hubiera sido una suerte de sacrilegio”, cuenta Demare.
Uno de los hits de su repertorio es La diabla, un tema en el que describe con crudeza a un travesti de la Boca. “Lo escribí después de ver en un noticiero cómo se llevaban presas a un grupo de travestis. Era una imagen bastante patética, con esas barbas ya crecidas, esas pelucas corridas. Cuando pasaban frente a la cámara le hacían un mohín. Me quedé pensando en esa actitud”, cuenta. En Juárez es el tango reconoce a su ex pareja Rubén Juárez, con quien sigue teniendo una relación de cariño y a quien, dice, admira profundamente.
–En muchos de sus tangos cuenta historias personales. ¿No teme quedar demasiado expuesta?
–Uno habla de lo que le pasa, es inevitable. Es verdad que por ahí me pasa como en la vida: me largo a hablar y después pienso: “Uy, soy una bocona”. Pero yo soy así y las cosas que vivo, las escribo. En La mujer golpeada, por ejemplo, retomé una historia que viví siendo muy joven, con un tipo que, literalmente, me cagó a golpes. Me llevó mucho tiempo de terapia encontrar respuestas, saber qué tenía que ver yo con todo eso, por qué me había pasado. Y ahora siento que puedo ayudar a mujeres que no se animan a contarlo. Al escribirlo, me libero de un secreto.
Después de 1976, María José se quedó abruptamente sin trabajo en cine y televisión. No aceptó trabajar en películas de Olmedo y Porcel, empezó a dedicarse a la fotografía y quedó como fotógrafa de El Expreso Imaginario. “Hasta que un día me dieron vuelta mi casa y me pusieron un chumbo en la cabeza. Ahí me di cuenta de que era hora de viajar”, cuenta. Se fue a España y después a Francia, sola con su hijo. “En París empecé a escuchar tango y ahí me cayó la ficha. Me di cuenta de que era la música que más me identificaba, aunque por ese entonces yo hacía rock.”
–¿Y cómo venció el peso del linaje familiar?
–Fue un karma. Si hubiera sabido lo que me esperaba, me cambiaba el apellido, porque me atrasó bastante en mi carrera. Al principio me parecía que tenía que cumplir no sé con qué, no hacía nada por miedo a no estar a la altura. Pero si las hacés con todo el mundo mirando, se te complica. Hoy puedo llevarlo bien porque encontré mi camino. Desde ahí puedo hacerle a mi padre el homenaje que se merece.