ESPECTáCULOS
“Que la voz sea parte de la canción y no al revés”
Susanna Moncayo es una destacada mezzosoprano. Canta óperas y música de cámara. Pero grabó un CD dedicado a música popular junto a invitados como Jaime Torres. Y hoy lo presenta en vivo.
› Por Diego Fischerman
“Dime qué consideras folklore y te diré quién eres.” La frase bien podría ser un chiste pero, sin embargo, alcanza para poner en escena, por lo menos en la Argentina, hasta dónde la definición de géneros artísticos es, sobre todo, política. Y, por supuesto, cómo se sitúa cada uno frente a esa realidad en que la adscripción a una cierta idea de pureza tradicional funciona como argumento para establecer la propia legitimidad. Que Susanna Moncayo, una de las mejores cantantes argentinas, decida grabar y publicar un disco de folklore en el que toca con instrumentos como guitarra barroca y archilaúd y donde incluye sin conflictos a María Elena Walsh y Oscar Alem, Alberto Ginastera, Carlos López Buchardo, León Gieco o Jaime Roos, habla entonces de la tradición folklórica y sus desarrollos pero, también, habla de ella misma.
“Víctor Jara decía en una canción: ‘Yo no canto por cantar, ni por tener buena voz’. Creo que de eso se trata. Que la voz sea parte de una canción y no al revés. Primero está la música y después la voz. Y creo, también, que se pueden tener distintas voces, la clásica y la popular, y con ambas ser una misma”, dice Moncayo, que hoy a las 20 presentará el CD Desconcertada en el Auditorio Cablevisión (Paroissien 3930, en Parque Saavedra). Allí estarán presentes los músicos que participan del disco: Quito Gato, en arreglos musicales, guitarras y piano, Facundo Guevara en percusión, Horacio “Mono” Hurtado en contrabajo y Adrián Ramírez en guitarra. Y también varios de los que tocan como invitados en la grabación: el charanguista Jaime Torres, los pianistas Oscar Alem y Fernando Pérez, el barítono Víctor Torres, Esteban Klisich en guitarra y voz y Alejandra Lauría en voz. “Ahora está de moda decir de una mismo que se es actriz y se es cantante. Yo sólo canto. Es lo único que sé hacer”, afirma Moncayo. Y cuando habla de cantar, en realidad, está hablando de algo bastante vasto y difícil de definir. Porque ella fue, en Europa, una de las intérpretes más prestigiosas en el repertorio del barroco y el clasicismo. Porque canta habitualmente música de cámara y ópera en teatros como el Colón. Porque en septiembre será una de las voces de un espectáculo de Alfredo Arias basado en textos del poeta griego Konstantin Kavafis, que se presentará en el Centro de Experimentación del Colón. Y, sobre todo, porque cuando hace música de tradición popular, el hecho de que es una gran cantante clásica afortunadamente no se nota. “No se puede hablar de voces bellas en abstracto, sin tener en cuenta qué cantan y cuáles son las reglas internas de esos mundos estéticos. Atahualpa Yupanqui, Violeta Parra o Louis Armstrong tenían voces hermosas y exactas para lo que hacían”, explica.
El prejuicio, la oposición a admitir el valor de obras provenientes de distintas tradiciones culturales, es, para Moncayo, una particularidad argentina. “No creo que sea así en todas partes”, comenta. “Anne Sophie von Otter, una de las cantantes líricas más importantes de las últimas décadas, grabó un disco con Elvis Costello y nadie se horrorizó. Y, además, allí era claro que no cantaba igual, que no usaba la misma voz para hacer esas canciones que para una ópera de Mozart o Richard Strauss. En cuanto a lo específico de cada estilo hay una anécdota que cuenta Virginia Correa Dupuy (otra destacada mezzosoprano argentina). Ella es tucumana y cantaba habitualmente en peñas. Vino a estudiar canto a Buenos Aires y una vez, de visita en su provincia, volvió a cantar Vasija de barro. El hermano la escucho y le dijo: ‘Te han arruinao’. Por otra parte, también es cierto el hecho de que, a partir de descubrir que una es una persona abierta y capaz de manejar la voz y no dejarse manejar por ella, a algunos puede despertárseles un cierto interés. De hecho, a partir de este disco popular a mí me han ofrecido un montón de trabajo como cantante clásica.”
Para Moncayo, “la voz popular es la voz hablada, sólo que con más registro. Lo que pasa es que todo el aprendizaje lírico tiene que ver con maneras de lograr mayor volumen y registro que los naturales y, además, con cuidar la garganta. El miedo de muchos cantantes es no poder volver atrás. En la música popular uno no es su propio amplificador, como en la clásica, y eso permite prescindir de toda esa técnica. Pero, al mismo tiempo, se tiene la sensación de que uno puede forzar la voz, dañarse las cuerdas vocales o perder lo conquistado con años de estudio. Lo que yo espero es que a mí esa técnica no se me filtre cuando no quiero usarla. Hay, sí, un cuidado por la voz. Pero eso no es nuevo. Si uno escucha a mujeres cantantes de tango, como Mercedes Simone o Ada Falcón, se escucha también a voces muy cuidadas. Me gustaría que quien me escuche no esté pensando si vengo de aquí o de allá sino que se relaje y escuche”.