ESPECTáCULOS
› HOY SE CELEBRA EL DIA DEL CIRCO, EN HOMENAJE A JOSE PODESTA, CREADOR DE PEPINO EL 88
Después de la decadencia, nuevo esplendor
Malabares, cuerdas, clowns, trapecios.
Las disciplinas circenses vuelven a interesar a jóvenes y a adultos.
› Por Silvina Friera
Hay un poema póstumo de Oliverio Girondo, Circo, en el cual el poeta celebraba que la carpa coincidiera con el horizonte. Esta correspondencia, que irradiaba optimismo en los artistas y en los espectadores, se fue extinguiendo. Antes había aproximadamente 400 circos funcionando en todo el país, ahora apenas subsisten unos 40. ¿Se perdió el encanto? ¿Se pasó de moda? ¿Vuelve a estar de moda? Quizás el circo tuvo que negarse a sí mismo para alcanzar una nueva síntesis. Las técnicas circenses se fueron fusionando en otros espectáculos: nadie se asombra cuando en una obra de teatro, infantil o para adultos, aparece un clown, un malabarista, un trapecista o un acróbata; o que la danza, el rock y la televisión (con una ficción fallida como El deseo) adopten rutinas o números de circo.
Hoy se festeja el Día del Circo, fecha en la que se recuerda el natalicio de José Podestá, creador del memorable payaso Pepino el 88. ¿Sobre qué debaten o discuten los artistas de circo? ¿Cómo explican el fenómeno de la proliferación de escuelas y el interés de jóvenes y adultos en las disciplinas circenses? Más allá de las fiestas que se celebrarán hoy en diferentes escuelas (ver aparte), Página/12 buscó algunas respuestas en los artistas que ostentan con orgullo, como si fuera un diploma de honor, su condición de tercera generación –el caso de los hermanos Videla– o quinta, como Mario Pérez, pero también opinó una representante de las nuevas generaciones, como Mariana Paz, que entrenó a Laura Novoa en Romeo y Julieta y a Natalia Oreiro en El deseo.
No prohíban a los animales
Antes de tener circo propio, la familia Videla Correa Salinas trabajó en diferentes compañías. Oscar Videla se subió a los seis años a un escenario, pero nació en el circo Stancovich, en 1943, en Córdoba. Su hermano mayor nació en 1940, en otro circo –el que pertenecía al actor José Fernández– en Trenque Lauquen. Oscar se queja de las trabas que les ponen en muchas provincias y en la ciudad de Buenos Aires. “Nos están cerrando las puertas, se han puesto en contra de un espectáculo que lo único que hace es divertir a la gente.” Oscar aclara que no tiene circo ni animales. Pero rechaza la ley que prohíbe la utilización de animales en los espectáculos circenses que se lleven a cabo en territorio porteño. “Dicen que los animales tienen que pertenecer a sus hábitats, pero quienes sancionaron esa ley se olvidan de los caballos del hipódromo o los perros de la policía. En qué cabeza cabe que un animal de circo sea maltratado”, se pregunta. “He visto morir el circo criollo, el radioteatro, el número vivo y ahora estoy viendo morir los espectáculos en las calles”, rezonga este artista que se siente orgulloso de la prolongación de la dinastía Videla (una familia que llegó al país en 1887) en sus hijos y en sus nietos. En la escuela de Circo Criollo, que empezó a funcionar en 1990, unos 60 alumnos que se forman corporal y mentalmente en contorsionismo, malabarismo, telas, camas elásticas, entre otras variantes.
Te espero en el coreto
“¿Cuándo se escapa el mono?”, preguntaba Mario Pérez, quinta generación de artistas de circo –especialistas en equilibrio en cuerda–, que por entonces vivía en una carpa. De los 7 a los 37 años, Pérez trabajó en distintos circos, hasta que decidió dedicarse a la creación de espectáculos, la fundación de escuelas, El Coreto –en Palermo– y La escuela municipal de circo de Berazategui, la primera escuela gratuita en América latina, o los talleres integrales de Circo que dicta en el Centro Cultural Rojas. “Trato de seguir difundiendo el circo en el que me formé –confiesa–. Pero hay poco apoyo estatal.” Pérez admite que falta una legislación seria sobre los animales porque los únicos que hablan del tema son los dueños de circos. “Pero hay otras prioridades. Hace años que nadie se tomó el trabajo de preguntar cómo terminan los estudios los artistas de circo que se desplazan de un sitio a otro. La mayoría de los chicos ni siquiera llegan a completar la primaria.”
“El circo mantiene el poder de convocatoria y la magia entre los jóvenes porque entrar al circo implica divertirse.” Pérez tiene un promedio de 50 alumnos en El Coreto, escuela que fundó hace 4 años y cuyo nombre alude al backstage del circo. “Te espero en el coreto” es una expresión frecuente, equivalente a “Te espero atrás del telón”.
La escuelita de los famosos
“Cuando empecé, sólo tomaban clases de cuerdas los acróbatas, pero con el desarrollo de las técnicas, que no requerían trabajo previo, comenzaron a tomar clases personas sin formación”, cuenta Mariana Paz, que, a los 37 años, acaba de inaugurar un espacio propio: Redes club de Circo, en Villa Crespo. Paz se zambulló en el mundo del circo en 1992, cuando conoció a Gerardo Hochman y a Marcel Katz en el estudio de Osvaldo Bermúdez. Especialista en técnicas aéreas, Paz estudió con Mario Pérez y hasta hace 4 años perteneció a la escuela La Arena. “El circo me dio todo; descubrí una vocación y soy feliz cuando estoy colgada”, subraya la artista, la preferida para ocupar el rol de volante por su metro y medio de altura (en la pirámide humana, el volante es la última persona en subirse). Entrenó a Fabián Gianola, Claribel Medina y Anita Martínez para los números circenses de Canciones para mirar y El reino del revés. Pero desde que preparó a Laura Novoa y Pablo Rago, con las técnicas de tela, en Romeo y Julieta, a Paz le sucedió algo que nunca imaginó: rechazar alumnos. Ahora sólo en cuerdas y telas tiene 100. Y con Natalia Oreiro en El deseo, el prestigio de Paz cotizó en alza. “La discusión de los artistas de circo está relacionada con la forma de componer los espectáculos y con la manera de vivir. Los Videla son unos capos, verlos es una fiesta, pero los nuevos artistas rechazamos la idea de vivir en comunidad.”
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