ESPECTáCULOS
› SECRETOS DE UN SECUESTRO, DE PIETER JAN BRUGGE
La inseguridad está de moda
› Por Martín Pérez
Un empresario exitoso, pero ya en el final de su carrera, es secuestrado en la puerta de su hogar. Su mujer toma conocimiento de esto cuando, al no regresar él esa noche, acude a la policía. Allí le informan que descubrieron un auto con los objetos personales de su esposo. Cuando se dan cuenta de que se trata de un secuestro, la policía le explica que esa clase de delitos no es algo muy común y le asignan un par de policías para quedarse en su hogar. Los hijos ya mayores del matrimonio regresan a casa para acompañar a la madre mientras se resuelve el caso. Comienzan a llegar mensajes de los secuestradores. También se revelan algunos secretos de la vida del matrimonio, como una aventura del marido, cosas que la mujer no quisiera que supieran sus hijos. “Mamá pensó que papá la había abandonado”, dice sin embargo su hija. La familia en pleno se dejará fotografiar por la prensa, intentando forzar una comunicación de los secuestradores. Pero el secuestrador es uno solo, que tiene un plan muy preciso y lo llevará a cabo minuciosamente.
Titulada The Clearing en el original, esta película con la cual el responsable de producción de varios thrillers de Hollywood (El informante, El informe pelícano) debuta como director, tiene un título que se refiere al claro hacia el cual supuestamente avanzan secuestrador y secuestrado, caminando por el bosque. Pero podría referirse también a la limpieza con la que se desarrolla Secretos de un secuestro, un film en el que el holandés Pieter Jan Brugge intenta sacar del género su relato de un secuestro. Lejos de ser un thriller, la película protagonizada por Robert Redford, Willem Dafoe y la gran Helen Mirren es un retrato intimista, en el que se narra en paralelo lo que sucede en el hogar de los Hayes durante la ausencia del secuestrado y la intimidad entre éste y su secuestrador durante las primeras horas. A pesar de la autoridad de las presencias de Redford como el secuestrado, Dafoe como el secuestrador y, especialmente, la británica Helen Mirren como la esposa del secuestrado, el film de Jan Brugge jamás logra ir más allá de su cuidadosamente delineada fachada.
Una de las mejores descripciones del espíritu inglés está contenida en una frase del álbum The Wall, que se refiere a “colgar en quieta desesperación”. Tan quieta es la desesperación que intenta presentar Jan Brugge –y tan dominante es la presencia de Mirren– que es preciso recordar todo el tiempo que su película está ambientada en EE.UU. “Todo lo que tengo me lo gané, nadie me lo regaló”, dirá el personaje de Redford en el momento cumbre de sus decepcionantes diálogos con Dafoe. Sin poder jamás atravesar esa fachada de lujo familiar, contención policial y crimen cuidadosamente planificado, Secretos... jamás logra ir más allá de su puesta en escena. Una vez presentados sus personajes y sus acciones, no tiene mucho más que decir. Casi un ensayo sobre las películas de secuestros, al acercarse su anunciado final es posible constatar que Jan Brugge logró construir algo que no tuviese todos los trillados elementosde lo que supo producir. Pero eso no fue suficiente para construir una película cuyo interés vaya más allá de sus actores principales.