Jue 23.12.2004

ESPECTáCULOS  › LO MEJOR Y LO PEOR DEL 04 SEGUN VOCES AUTORIZADAS

El año en el que volvió a reinar la ficción

Con los periodísticos y los realities en baja, la ficción volvió a reinar. Críticas a los chimentos y a los chivos.

Por Julian Gorodischer y Emanuel Respighi

Volvieron las celebridades para hacer más de lo mismo (Tinelli, Pergolini, Suar, Susana), se impuso la cámara oculta para refundar “el papelón del año” (Ferriols en Punto Doc), se exiliaron los realities y alguien decretó el boom de la ficción: así fue 2004, el año que lanzó a la travesti como mujer del año (Laisa, o Florencia de la V) y dedicó a la locura su espacio de qualité con Locas de amor. ¿Qué más? Desaparecieron los programas políticos del aire, volvieron los folletines sexuales a las dos de la tarde (Pradón, Tevez, Giselle) y el noticiero vio el filón y siguió contando más de esa historia de engaños y enredos hasta escuchar la voz de alarma: la noticia ¡se farandulizó! El boom de gays los extendió en todos los horarios de la ficción (Historias de sexo..., Los secretos de papá, Los Roldán) pero nadie fue más allá de la mera enunciación. Pettinato se asentó en el rol de showman cínico; los publicistas anunciaron la revolución de Mosca y Smith y alumbraron un fiasco; la delegación argentina casi arruina los premios MTV; Gasalla se repitió. ¿Y lo mejor del año? Celebridades y ensayistas mencionan el monólogo de Pettinato en Indomables, el guión de las Locas de amor o la pasión de Padre Coraje. El escéptico, en cambio, lanzará su diatriba: “El único consuelo –dice Pablo Alabarces en la encuesta de Página/12– es que, afortunadamente, todo puede empeorar”.

- Carlos de Elía, gerente de Noticias de Canal 13 y TN: Caiga quien caiga tuvo un año lindo porque, pese al paso del tiempo, encontró caminos nuevos. Por ejemplo, destaco la función de Daniel Malnatti, que se sale de la gastada clásica y contribuye a que el programa logre reciclarse: la meta más difícil de conseguir en la tele. En Telenoche trato de hacer lo mismo: para que después de 40 años el noticiero no parezca viejo gracias al riesgo continuo. Lo negativo fue la desaparición de los programas políticos de la TV abierta. Creo que han perdido su esencia, y el debate político estuvo ausente por presiones, falta de vocación o de profesionalismo. La política pasó al cable. Los programas políticos de aire murieron.

- Silvia Itkin, ensayista y crítica de TV: Lo mejor de 2004 fue Pettinato, porque con un ciclo cuya fórmula no es creativa se convirtió en un gran ensayista de la TV. Lo suyo no es ni la parodia, ni la recopilación, ni el blooper, sino un ensayo sobre cómo se produce cierta clase de información en la TV abierta: es un tipo de una inteligencia y una agudeza que se ven poco. Lo peor fue Punto Doc, que confundió investigación periodística con vigilanteada, erró las notas y tomó un rumbo que tiene poco que ver con las herramientas que debería reivindicar el periodismo de investigación: la profundidad, la rigurosidad y la reflexión sobre los efectos posibles y el lugar que ocupan los denunciados. Hay más urgencia que cosas importantes.

- Fernando Peña, actor: Lo que más disfruté fue el cable pedorro. Celebro que exista gente no tan capacitada pero efectiva, llámese Mariquita Gallegos u homosexuales frustrados con programa propio, que se consiguen canjes para ir a tres exposiciones, un par de viajes y un restorán para comer gratis. No lo digo desde lo bizarro o desde la burla. Les tengo una especie de respeto; yo no sé si tendría el coraje para hacer una cosa así. Es una reivindicación genuina. No me gustó nada Polémica en el bar, una idea brillante que perdió esencia, contenidos y tiene integrantes que no merecen estar ahí. Y detesto los ciclos que subestiman a la mujer, conducidos por escaladoras sin sentido de la estética que arengan a las minas para que no vean la realidad y estén postradas en la casa haciendo reverencias a su marido.

- Alejandro Kaufman, ensayista: Un acontecimiento negativo de la TV fue el ensañamiento con la alicaída educación pública. Buena parte de la programación informativa o de opinión se dedicó a señalar que la escuela pública está habitada por la ignorancia y la violencia, exhibiendo, en forma denigrante y hasta obscena, desde las quejas de los educadores hasta los testimonios de niñas y niños interrogados por adultos sobre sus miserias. Fueron destacables la sed de sangre y las retóricas del menoscabo, que en ocasiones atravesaron los límites del abuso infantil y la desprotección de la infancia, sin que se produjeran las reacciones que hubieran sido deseables. En el polo opuesto fue destacable la continuidad de Ciudad Abierta, un ejemplo de lo que se puede hacer en televisión sin que las pantallas se deshagan en pedazos porque se ofrezcan contenidos contemplativos, poéticos, desinteresados, y se trabaje con materiales estéticos vanguardistas y con modalidades testimoniales no convencionales. Fue bueno que el canal de la ciudad se mostrara a contramano del común massmediático.

- Miguel Angel Rodríguez, actor: El mejor programa del año fue Los Roldán. El ciclo es un éxito. Y en mi modo de ver, los éxitos no se discuten, son fenómenos que no se explican. Los Roldán entró en la historia de la TV argentina: ninguna tira tuvo tanta audiencia. Es una comedia que logró agregarle el grotesco al costumbrismo, llevándole alegría a la gente. Por su parte, creo que los peores ciclos son los que hablan de la vida personal de los artistas, en vez de centrarse en el espectáculo. Yo no formo parte de ese juego en el que las reglas no sé quién las inventó, pero que seguro no era artista.

- Carlos Ulanovsky, periodista y escritor: Lo único verdaderamente genial es hacer zapping, porque siempre se encuentra algo. Lo que más vi fue Indomables, con Pettinato en un gran momento y el revelado Wainraich. También Locas de amor, un ciclo que me gustó bastante. Destaco el concurso de cortos de Telefé, ciertos momentos de Ser urbano, la seriedad de Cristina Pérezy el imperdible Fútbol de Primera. Lo peor: o lo más bochornoso, ese conflicto entre el SAT y la UTPBA que impidió que Canal 7 pusiera en el aire un nuevo ciclo periodístico; también muy desagradable la absurda guerra de horarios de los canales 11 y 13, las posiciones cada vez menos flexibles del otrora sagaz Mariano Grondona y el empecinado amarillismo y las inútiles cámaras ocultas de algunos programas de investigación.
- Román Lejtman, periodista y documentalista: La nota negativa de la TV fue la programación de Canal 7. Se perdió la oportunidad de construir una identidad televisiva, en un canal fracturado en dos partes, que no dejó a nadie satisfecho. Las buenas ideas de la intervención y la Secretaría de Medios chocan con una interna política que se asemeja a las viejas asambleas universitarias. La nota positiva, en cambio, fue la predisposición de los canales privados a programar documentales. Así, América puso un documental sobre el atentado en Madrid; Telefé, un excelente programa sobre los desaparecidos, y el 13, una realización sobre Juan Domingo Perón que mereció el Premio Rey de España.

- Pablo Alabarces, titular de Cultura Popular y Masiva (Comunicación-UBA): Lo mejor: realmente nada. Lo poco visible estuvo en el cable, y tampoco fue demasiado. Lo que se suele rescatar como “mejor” son algunos programas levemente progresistas, que en realidad son un recetario esquemático: un poco de psicoanálisis, algún miserabilismo, algún actor mejor que la media, y nada de originalidad, cuestionamiento o riesgo estético. Lo peor: casi todo, pero a la cabeza la proliferación de los chivos (¿desde cuándo las decisiones comerciales subordinan decisiones estéticas cruciales comola elección de un plano?) y lo espantosos que son los programas de más rating. El único consuelo es que todo puede empeorar.

- Nora Mazziotti, investigadora: Lo mejor: para no obviar en los merecidos elogios a Locas de amor, señalo al Puma Goity y Andrea Bonelli en Los Roldán. Dos exquisitas labores actorales, llenas de matices y sutilezas, en un programa donde hay mucho trazo grueso. Se nota una buena retroalimentación entre texto y actores, revelando que las composiciones agudas, perspicaces, no tienen por qué pensarse como patrimonio del drama. Lo peor: que los productores sigan sin darse cuenta de que para que un producto funcione, se necesita una buena historia y que tenga protagonistas adecuados. No se trata únicamente de tener una producción cuidada, exteriores, efectos especiales, musicalización. Lo que interesa es lo que se cuenta.

- Stella Martini, investigadora de medios (UBA): Lo mejor de la TV es haber extendido horarios nocturnos, porque son lugar de trabajo para periodistas, actores, cómicos. Veo un repunte de nuestra industria cultural. Lo que me causa cierta preocupación es verificar la tendencia a la banalización de la información dura y cierta tendencia de aprovechar marketineramente la posibilidad de la información en directo, instalando un presente continuo de miedo y amenaza que, sin desconocer la situación de inseguridad, saca de la agenda y de la pantalla tantos problemas graves como la marginación, la pobreza, la desigualdad social. No tuvo la misma pantalla el caso Demonty que el reclamo de los sectores conducidos por Blumberg.

- Mariano Cohn, codirector del canal Ciudad Abierta: ¿El mejor programa? No sé. Pero un mejor momento, seguro. El doctor Grondona tratando el tema de León Ferrari: pasa hoja por hoja del catálogo y enseña qué es arte y qué no. El doctor baja línea, y se parece a un sketch de Cha cha cha: merece su propio programa en Canal (à). ¡Monumental! El peor programa fue, sin duda, Mosca y Smith. Debería haber tenido una advertencia en la apertura que dijera: “De los creadores del discurso de De la Rúa del 20 de diciembre”. No me causan ninguna gracia los chistes que hacen esos publicistas. ¡Tristísimo! Y el segundo peor programa fue Domínico: ese hombre me transmite mucha soledad. Por suerte fracasó. Igual nunca lo vi, pero me contó mi novia Carolina que había una parte igualita a Televisión Abierta.

- Alberto Laiseca, escritor, presentador de Cuentos de terror: En 2004 hubo un programa muy bueno en I-Sat llamado The Office que –con personajes muy bien diseñados– reflejó la crueldad, la estupidez y el sometimiento. Cuando miro televisión, me quedo en el cable, y veo mucho la CNN en español; es tendencioso y yo lo sé, pero sé filtrar. Lo elijo para enterarme de cosas como el asunto en Irak: tiene una buenísima cobertura informativa, con gente de todos los lugares del mundo. Y siempre estuvo conmigo Volver, el canal que dejé grabando para enganchar alguna buena película argentina. Sobre la TV de aire: vi poco, no puedo juzgar, preferí la propuesta del cable.

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