Dom 27.02.2005

ESPECTáCULOS  › CHRIS ROCK, NUEVO MAESTRO DE CEREMONIAS

Un showman políticamente incorrecto

Por Rocio Ayuso
Desde Los Angeles

Chris Rock será sin duda el maestro de ceremonias más atrevido que los Oscar hayan tenido nunca. Con él, la Academia quiere ganar nuevos espectadores pero también es posible que espante a los que ya tiene. Comediante, actor, y, sobre todo, un polémico experto en monólogos, Rock es la mayor novedad de esta 77ª edición de los Oscar y él es el primero en decirlo. Su llegada a la mayor fiesta del cine viene precedida de declaraciones como “nunca he visto los Oscar”, “¿qué negro heterosexual vería algo así?”, “los premios son una estupidez” o “siempre me ha parecido una gala de abuelos”.
Con todo, según el productor de la velada, Gil Cates, “Chris no ha dicho nada que me haya sorprendido”. El productor lo contrató este año como maestro de ceremonias, aunque lo lleva intentando desde 1997. ¿Por qué tanto empeño? Los que lo conocen, como el humorista y actor Robin Williams, lo tienen muy claro. “Se trata de hacer por primera vez los Oscar del nuevo milenio”, comentó a la prensa. “Ya era hora de que contaran con Rock”, agrega el actor y director negro Mario Van Peebles. Sin ningún gran éxito en la pantalla como actor, el humor de Rock se hizo popular en Estados Unidos gracias a sus giras por los clubes de la comedia y por su programa de televisión The Chris Rock Show. Un humor que no deja títere con cabeza, da igual que sean temas raciales (él es de raza negra), personales, religiosos o políticos.
Tampoco se priva de gritar o decir groserías. Un humor con el que se ha ganado una audiencia masculina, principalmente joven –menos de 40– y sobre todo impregnada de todas las minorías raciales.
“Es uno de los tipos más divertidos que he escuchado nunca”, subraya Cates, blanco y mayor de 60, queriendo desmentir a quienes piensan que Rock tiene la audiencia limitada. Su esperanza es la de atraer a ese segmento de la población tan amante de Rock que hasta ahora compartía su opinión sobre los Oscar. Es decir, a los que “no estaban interesados”. Es una baza arriesgada para la Academia, que en su afán de contar con una nueva audiencia puede alejar a sus espectadores más fieles. Hasta la fecha, el humor de Rock ha sido incapaz de encontrar su lugar en la gran pantalla.
Rock tan sólo ha hecho una promesa a los organizadores de la velada: que se abstendrá de decir palabrotas en público. “Quizá alguna para probar si funciona el diferido”, añadió divertido a la prensa por los segundos de “retraso de seguridad” antiobscenidades con los que se emitirá la ceremonia. Se abstendrá de los números musicales y dedicará dos minutos de la gala a los mejores momentos del fallecido Johnny Carson cuando fue maestro de ceremonias de los Oscar. El resto lo lleva preparando desde dos meses. Ha estado ensayando en clubes por todo el país y ha probado nuevos chistes, monólogos y comentarios. Y dice que no piensa callarse ninguno.

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