Dom 27.02.2005

ESPECTáCULOS  › MUSICA ABRIO EL FESTIVAL DE TANGO

Mariano Mores, una leyenda en escena

Haciendo uso de toda y cada una de las particularidades que lo alejaron un poco del universo tanguero más purista, el autor de Cuartito azul sedujo a 10 mil fieles.

› Por Karina Micheletto

A los 87 años, Mariano Mores es una de las leyendas vivas del tango. Niño prodigio a los 10, responsable más tarde de algunas de las piezas fundamentales del género, compañero autoral de Enrique Santos Discépolo, José María Contursi, Enrique Cadícamo, Homero Manzi, Cátulo Castillo, del Mores compositor puede decirse que “dejó obra”.
Con el tiempo, el Mores director fue desarrollando un estilo personalísimo que paradójicamente lo alejó de cierto circuito estrictamente tanguero. Eligió avanzar hacia el tango de efectos sinfónicos, ampuloso, rimbombante, con corte de music hall. Y si el virtuoso Mores instrumentista perdió, como es lógico, la potencia de años anteriores, el Mores director permanece fiel a sí mismo. Ese sello Mores, que se escucha y se identifica al instante, es el que marca el espectáculo Una vida para el tango, con el que el maestro dejó inaugurado el viernes el Festival Buenos Aires Tango en los Bosques de Palermo ante unas diez mil personas, entre las que había una buena cantidad de incondicionales que ocuparon desde temprano los lugares más cercanos con sillitas y reposeras, en una platea improvisada.
De riguroso frac pingüino, pañuelo en el bolsillo, una gran cruz roja al cuello, anillo de oro en el meñique y el peinado de siempre, Mores apareció en el escenario ubicado frente al puente del Rosedal fundiéndose con un video de presentación que lo mostraba como protagonista de las películas La voz de mi ciudad (1952) y Corrientes, calle de ensueño (1949). Entre fotos y tapas de discos, el video recordó a aquel niño que era presentado como “Lolo, el compositor relámpago” (cuando, a los 14 años y en España, Marianito sorprendía con el truco de improvisar una canción sobre tres o cuatro notas que le dictaba el público).
No bien comenzado el show, con el tango de Mores y Manzi Una lágrima tuya, desde el escenario surgió el humo típico de todo espectáculo, que alcanzó para avivar a un espíritu susceptible. “¡No, hoy humo no, Ibarra! ¡Qué desubicación!”, gritó un fan de Mores pegado al tablón del escenario, sin saber que del otro lado lo estaba escuchado el secretario de Cultura, Gustavo López. Llega el momento de Tanguera, el tangazo instrumental de Mores, que los bailarines acompañan prácticamente haciendo flic-flac. A lo largo del espectáculo irán sucediéndose hits como La cumparsita o Garufa y los tangos de autoría de Mores, todos grandes clásicos, aunque algunos suenan ahora como una versión recargada de sí mismos: Uno, Cafetín de Buenos Aires, Taquito militar, Bailonga. Y, por supuesto, su primer gran éxito, que compuso a los 17 años, Cuartito azul. Mores cuenta la historia del tango y despierta un ¡AaAaaahhhh! largo y sentido del público femenino: “Lo hice dedicado a mi primera novia, que hoy es la abuela de mis nietos”. Mirna, la abuela de sus nietos, sonríe sentada a un costado del escenario. Mores ya no tiene su espectacular orquesta sinfónica de veintipico de integrantes, sino una versión reducida de seis músicos, que nunca fueron presentados. El maestro y su orquesta ganan cuando prescinden de coritos sintéticos de teclado o de sonoros platillos de batería, como en la versión de Calesita (Mores y Castillo) en la voz de Gabriel Mores, correcto cantor de tangos. Y también en la versión de Tanguera que fue tomada por la película Moulin Rouge, y que se interpreta tal cual aparece allí, con el clip de la película. En el universo Mores también hay lugar para que un bailarín zapatee un malambo como un endemoniado o haga un strip tease transformándose de gaucho de botas de potro a un compadrito de tamangos lustrosos. De eso se trata la propuesta.
Mores dedica el espectáculo, como hace siempre, a su hijo Nito, fallecido en 1984. Cuando introduce a su nieto se emociona: “Cada vez que me toca esta parte quiero cambiar las palabras pero no puedo. Con gran sentimiento les presento a mi nieto Gabriel Mores, hijo de nuestro querido Nito, que siempre nos ayuda en estos momentos”. Toda la noche estará dedicada a su hijo: “Nito me dejó de un día para el otro, pero siempre está con nosotros, y en los espectáculos para qué les voy a decir”, dirá más adelante. Los Mores siempre tuvieron inclinación al clan y en este espectáculo, además del nieto Mariano, aparece la hija Silvia, madre de la cara televisiva de la familia, Mariana Fabbiani. El espectáculo finaliza con otro hit de Mores, Adiós, Pampa mía, uno de los tangos de mayor difusión mundial, traducido a más de 180 idiomas. Y todavía hay tiempo para un final de music hall patriota con Así es mi tierra y una bandera argentina gigante: el universo Mores ha alcanzado su objetivo.

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