ESPECTáCULOS
› ANDRES HABEGGER Y LOS SANTOS VIENEN MARCHANDO
La música en los márgenes
› Por Mariano Blejman
Los vientos, las cuerdas, instrumentos que se van acomodando en una geografía difícil de comprender habitualmente: el lugar más alejado de la tranquilidad que se puede ofrecer –como entorno– para escuchar la música clásica. Una villa. En este caso, una zona carenciada de Villa Lugano que oficia de entorno para comprender un proyecto audaz, el de hacer que chicos de entre 7 y 13 años participen de una orquesta infantil. La Orquesta Infantil de Villa Lugano. Y a partir de esa participación en una orquesta (habría que tener en cuenta la simbiótica relación que los niños van teniendo con instrumentos que parecen descontextualizados) todo va cambiando en uno de esos bordes, que se van estirando aunque no se sabe exactamente hacia qué lado.
De eso trata, aparentemente, el documental Los santos vienen marchando de Andrés Habegger, que se estrena mañana. El documentalista es más conocido por sus habituales participaciones en investigaciones por los derechos humanos, recorridos sobre el histórico noticiero cinematográfico Sucesos Argentinos o por trabajos en el Museo del Cine de la ciudad de Buenos Aires dirigido por David Blaustein. Según cuenta a Página/12, Habegger quería “acercar la cámara lo más posible hasta hacerla desaparecer del contexto, hasta que los niños se acostumbraran a su presencia y se olvidasen que nosotros estábamos ahí, filmando”.
“La música es hermosa y la gente disfruta de ella. A mí me gustaría vivir de las melodías que aprendí a tocar”, cuenta en cámara Yenny, con una sonrisa, acompañada por su hermana, que afirma que además de la música quiere hacer medicina. El proyecto de Villa Lugano fue un proyecto piloto, que luego se extendió a otros barrios marginales de Buenos Aires. La película se vio por primera vez en el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires el año pasado en un raro contexto. Allí, decenas de niños –bastante poco acostumbrados a ingresar a los shoppings y menos aún al Abasto (donde habitualmente serían expulsados por el personal de seguridad)– pudieron verse en pantalla. Poco después, la película se vio en el cine El Porvenir de Lugano, para que los chicos y sus familiares pudiesen ver el trabajo sin tanto pop-corn como contexto.
La Orquesta Infantil de Villa Lugano se formó en 1998, con un grupo de 30 chicos, como parte del programa ZAP (Zona de Acción Prioritaria), de la Secretaría de Educación porteña. Durante varios años, se realizaron ensayos ininterrumpidos, pero las cosas han crecido de manera increíble. El director de la orquesta es Claudio Espector, músico egresado del Conservatorio de Música Tchaicovsky de Moscú. Como cuenta Espector, “la idea era lograr que sectores carenciados accedieran a la música”.