Todo comenzó hace diez años, cuando un grupo de travestis y gays se unieron –simbólicamente, esta vez– para parodiar la histórica y emblemática Fiesta de la Vendimia de Mendoza, el conservador encuentro de la ciudad más limpia del país. Fue en 1995, cuando Florencia de la V era apenas un proyecto, los prejuicios y los malos juicios estaban a flor de piel y el estigma recorría las acequias de la ciudad. Pero el floreciente movimiento gay, el impulso kitsch de lo queer, la curiosidad mediática nacional y finalmente la explosión del turismo internacional en Mendoza (el movimiento gay mueve millones en el mundo) le dieron su merecido lugar en el calendario oficial de los festejos de la Fiesta Nacional de la Vendimia, que tuvo su corolario el fin de semana pasado bajo el nombre de “Es tiempo de cosecha... diez años”.
Y las cosechas fueron varias: desde este año, el espectáculo fue declarado de interés cultural y turístico por el gobierno del radical Julio Cobos, y una de las primeras exponentes travestis mendocinas, La Turca, dedicó el show a Alejo Hunau, conocido comunicador social mendocino, atrozmente asesinado el último año, también militante por el “orgullo gay”. Esta vez hubo bailes típicos y no le faltó folklore a la presentación. Tal vez fue la presencia de Florencia de la V, emblema travesti, lo que le dio un realce nacional a la fiesta, que en los últimos años venía perdiendo interés.
El Country del Arco Iris, en Guaymallén, con unas tres mil personas, fue un desfile de personajes e invitados. Pasada la medianoche del sábado comenzó la previa de la fiesta que daría como ganadora (así como la Vendimia oficial tiene sus reinas, también la Gay) a Lucía Tello, quien dio un nervioso discurso. El mundo drag queen (con importantes exponentes en la vecina Chile) dio su cuota de glamour, color, brillo, en un lugar que tuvo que sufrir –no podía ser de otra manera– una larga cola para entrar.
A las 4 de la mañana, Turca I y Martín Sáez, conductores recurrentes de la fiesta, comenzaron la fiesta presentando a un ecléctico grupo de invitados de la provincia y de Tucumán, Salta, San Juan, San Luis y Chile. Tal ha sido la legitimización del evento que entre los invitados estuvo Anabel Molina, Reina Nacional de la Vendimia 2003, algo impensado hace un lustro atrás. “Me pone muy contenta que esta vendimia gay crezca cada día más”, declaró. La Turca –primera soberana gay– fue quien usó el micrófono para dedicar la fiesta al comunicador social Alejo Hunau, asesinado en noviembre del año pasado.
Florencia de la V, un tanque legitimizador, apareció rodeada de cámaras, con pantalones cortos, de jean y un escote arrollador; fue presentada como “la estrella de la noche”. Florencia hizo lo que sabe: cantó su hit La gata (ya es hora de sacar un nuevo tema), la aplaudieron y se fue muy dicharachera. “Es tiempo de cosecha... diez años”, fue un show de buen nivel, donde se habló de la historia del vino como testigo de la homosexualidad en distintas épocas: rituales griegos, herejía medieval y la conquista española tuvieron sus distintas espadas de Damocles clavadas entre los prejuicios ajenos. Hubo finos cuadros sin interrupción y ágiles coreografías del elenco estable de Queen Disco y bailarines contemporáneos y folklóricos, que habían participado del Acto Central en el teatro griego Frank Romero Day, a la sombra del Cerro de la Gloria, unas horas antes, donde la reina nacional de la Vendimia había sido la de San Carlos.
Música en vivo, malambos, cuecas, tangos clásicos y de vanguardia y canciones de la comunidad gay definieron la fiesta dirigida por Andrés Aurensan y Germán Luque. Con 78 sufragios resultó elegida una travesti peluquera de 20 años, Lucía Tello. Celeste I de 22 años, representante de la comunidad lésbica, resultó virreina. Florencia de la V coronó a la Soberana gay 2005. Pero ése no fue el fin de fiesta, sino apenas el comienzo.