Mié 16.03.2005

ESPECTáCULOS  › ENTREVISTA CON LA CINEASTA ULRIKE OTTINGER

“Es como si la cortina de hierro fuese mental”

La directora alemana habla sobre 12 sillas, una película que documenta los cambios sucedidos en la Europa del este. El film se proyectará hoy, en competencia.

› Por Mariano Blejman

En la historia ficticia, una aristocrática anciana rusa confía a su yerno un secreto muy bien guardado: que todas sus valiosas alhajas están en una de las doce sillas del salón que le quitaron después de la revolución. El yerno dedicará buena parte de su vida a buscar el tesoro por distintos rincones de la Unión Soviética, aunque no será el único detrás de las joyas. El relato surge de un conocido cuento ruso de los escritores Ilja Ilf y Eugeni Petrof, que sucede en los años ’20, cuando las transformaciones sociales y políticas estaban en transición, aunque esta vez fue adaptado al cine por la alemana Ulrike Ottinger en el film 12 sillas (que se verá hoy a las 13, en el Ambassador 1 de Mar del Plata). Ottinger filmó, paralelamente, el documental Pasaje al sudeste sobre Odessa, donde se rodó también el film. Es decir: hizo dos películas al mismo tiempo. “Todas mis historias comienzan con una locación: viajo a un país, realizo investigaciones que rondan lo antropológico, pero voy encontrando historias que luego se transforman en películas.”
Entonces, Ottinger, cuya película está en competencia dentro de la sección La Mujer y el Cine, más por el hecho de que Ottinger es mujer que por otra cosa, realizó dos rodajes en paralelo. La alemana filmó así en Ucrania, aunque también lo había hecho en Mongolia y en Canadá, por dar algunos ejemplos. “En Montreal, haciendo un documental, vi que los bancos tenían formas de iglesias o templos judíos y encontré una película detrás de ese detalle, que era una historia tremenda”, cuenta a Página/12. La intención con este film es documentar los pequeños cambios reales sucedidos en la Europa del este, un lugar olvidado por el Occidente “al menos hasta que a algún país como Turquía se le ocurre ingresar en la Unión Europea, y todos se acuerdan de él”, desliza.
“Trato de mostrar los conflictos y las ambiciones de los años ’20, cuando los Soviets funcionaban plenamente y la nobleza buscaba sobrevivir como podía”, cuenta Ottinger. Pero el film comenzó a pensarse con un viaje en tren desde Berlín hasta Kiev, y Ottinger cuenta que durante el rodaje sucedió que en Odessa, aquel lugar retratado por el histórico cineasta Sergei Eisenstein, tuvo que “convivir” con la bizarra mafia ucraniana, que se metió dentro del set a través de productores, técnicos y asistentes. Según cuenta Ottinger, Ucrania es un lugar bastante particular. “Después de las complicadas elecciones no pasó nada más. Si los medios internacionales no están presentes, el área se disuelve. Es como si la cortina de hierro ahora fuese mental”, cuenta. Ottinger adoptó el compromiso de mostrar el film a Odessa, y luego llevó varios de los actores y técnicos al estreno en Berlín. Después de ese acontecimiento, los ucranianos abrieron un cine en Ode-ssa, comenzaron a hacer retrospectivas y siguieron con otras. Después de su paso por Mar del Plata, Ottinger visitará Nueva York en busca del guión de su próxima película, definitivamente otro mundo a descubrir.

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