ESPECTáCULOS
› EL DIRECTOR WES ANDERSON HABLA
DE SU NUEVA PELICULA, “VIDA ACUATICA”
“Veía a Jacques Cousteau cada semana”
El realizador de Rushmore y Los excéntricos Tenenbaum vuelve con una comedia aún más extravagante, inspirada en las aventuras del oceanógrafo Jacques Cousteau. “Era una estrella de cine antes que un científico”, afirma.
› Por Luciano Monteagudo
Es alto, flaco, un poco desgarbado y con aspecto de distraído. Pero no bien se sienta frente a un reducido grupo de periodistas en un hotel de Potsdamer Platz, en Berlín –donde en febrero conversó con Página/12–, se concentra y demuestra el apasionamiento con que es capaz de hablar de su nueva película, Vida acuática. Nacido en Texas hace 36 años, Wes Anderson es una rara avis en Hollywood: hasta ahora, el cine ha sido para él siempre un proyecto personal. Ninguna de sus películas –Bottle Rocket, Rushmore, Los excéntricos Tenenbaum y ahora The Life Aquatic of Steve Zissou– se ajusta a los cánones de la industria y, sin embargo, cada vez los presupuestos han sido más generosos y sus elencos más llamativos. Nada de esto, sin embargo, parece haber comprometido su visión personal. Se diría que, por el contrario, Anderson trabaja cada vez más libre, como si se tratara de un novelista. Y no está dispuesto a cambiar.
–¿Cómo surgió la idea de Vida acuática? ¿De dónde proviene ese interés por Jacques Cousteau y su mundo?
–Veía el programa de Cousteau cada semana, cuando era un chico. Mi hermano y yo lo amábamos, era nuestro héroe. ¿Por qué? Porque era un aventurero, un personaje que parecía pertenecer más al mundo de la ficción que al del documental. Y al mismo tiempo era el único de nuestros héroes que era una persona real, de carne y hueso. Pero una persona que se había construido a sí mismo, como se construye un personaje. Decía hacer documentales, pero se había convertido en una estrella del cine. Una estrella que era al mismo tiempo un científico y un cineasta. Diría que la inspiración de esta película provino de su figura, claramente, aunque el personaje que interpreta Bill Murray es bastante diferente. Y es diferente porque mis personajes van adquiriendo su propio perfil, aquel que tiene más que ver con mi propia experiencia. Pero todo el mundo de la película proviene claramente del de Cousteau, de todo aquello que él inventó y que no existía antes de que él lo creara.
–¿Qué le interesaba particularmente de él?
–Lo que siempre me llamó la atención, aquello que siempre me causó gracia de Cousteau fue el hecho de que él era, en primer lugar, un científico, un explorador. Pero un científico que siempre fue muy consciente de que su trabajo se iba a desarrollar delante de una cámara y que todo lo que él hiciera iba a ser registrado en imágenes. Y muchas de sus ideas tenían que ver con la manera en que sus investigaciones iban a ser representadas. Y esas representaciones estaban pensadas para ser comprendidas en todo el mundo. Cousteau pensaba en grande. Por ejemplo, su gorro rojo de marinero, o la imagen del “Calypso”, o la naturaleza de su tripulación, o la manera en que la filmaba, logrando que cada integrante de esa tripulación se convirtiera en un personaje en sí mismo, revelan a alguien que pensaba más como un artista, como un cineasta, que como un científico. Y como director yo mismo, siempre encontré sus ideas muy eficaces, muy atractivas.
–Hay muchas historias simultáneas en Vida acuática. ¿Cómo trabajó el guión?
–No quería sobrecargarlo. Pero en un determinado punto tuve que hacer una elección. Poner menos, para contar de manera más simple y comunicarme de forma más clara e inmediata, o poner todo lo que quería y todo el material que tenía. Y opté por esta última posibilidad. Puedo entender que a una parte del público le parezca que hay en la película demasiadas cosas, o que hay muchas líneas narrativas, pero ésta es precisamente la película que quería hacer.
–¿Además de Cousteau se manejó con otros referentes, como el Moby Dick de Melville?
–Bueno, debo reconocer a Moby Dick como una influencia porque robamos todo el concepto de la novela (risas). Más allá de esto, nunca pensé en otras influencias literarias en relación con Vida acuática, como me sucedía con The Royal Tenenbaums, donde se me cruzaban las lecturas de Edith Warton y J. S. Salinger. En esta película, en cambio, siempre me sentí más conectado a Cousteau, al Fellini de 8 y medio, al Truffaut de La noche americana, todo mezclado con la estética del National Geographic.
–¿Escribió pensando en determinados actores o los fue sumando después, con el guión ya terminado?
–Bill Murray estuvo desde el comienzo en mi mente cuando escribía la película, y también Burt Cord y Seymour Cassel. Pero aún así, fue una experiencia diferente a la de The Royal Tenenbaums, por ejemplo. En los Tenenbaums escribí pensando en Gene Hackman, pero no lo conocía personalmente. Pensaba en él como actor, por un lado, y por otro en un amigo mío, que es muy especial, para darle forma al personaje. Pero en el caso de Bill es distinto. Lo conozco hace tiempo, somos buenos amigos y podía sumar su propia personalidad al personaje de Steve Zissou. Cuando escribo me gusta pensar no solamente que estoy redactando el guión, sino preparando toda la película: eligiendo el elenco, buscando los escenarios, repasando en la música... Para mí, escribir es hacer toda la película al mismo tiempo.
–¿De dónde proviene el apellido Zissou?
–Siempre fui un enamorado de la obra de Jean-Henri Lartigue, un fotógrafo francés de comienzos del siglo XX. Y Lartigue fotografió mucho a su hermano, que era una suerte de inventor loco, muy audaz, que construía aviones y autos de carrera cuando éstos todavía eran toda una novedad. Su apodo era “Zissou” y de ahí viene.
–¿Por qué esta vez no trabajó el guión con Owen Wilson y sólo lo convocó como actor?
–En cada película que escribimos juntos –primero Bottle Rocket y después Rushmore– él tuvo cada vez menos tiempo para compartir la escritura del guión. Y para cuando hicimos The Royal Tenenbaums prácticamente trabajé solo. Su carrera como actor le impedía sentarse durante cinco o seis semanas seguidas frente a la computadora. Pero me gusta tener con quién escribir. Lo de Noah Baumbach fue ideal, porque somos amigos hace mucho tiempo y además lo ayudé con el guión de una película que él acaba de dirigir y que yo también produje, un viejo proyecto suyo, The Squid and the Whale, donde puso cosas muy personales de sí mismo. Y cuando estábamos desarrollando esta película establecimos una excelente relación de trabajo, e inmediatamente empezamos a trabajar al mismo tiempo en este otro proyecto que terminó siendo Vida acuática. La verdad es que en un comienzo eran apenas conversaciones, no estaba la intención de escribir otro guión. Pero empezamos a tomar notas y le dije si no quería sumarse a Vida acuática, que era un proyecto con el que yo venía dando vueltas hace muchos años. Y descubrí que podía trabajar con Noah un poco en la misma longitud de onda con que lo hacía con Owen Wilson. Con una diferencia: con Noah podíamos charlar toda una tarde, yo tomaba notas, volvía a casa y lo pasaba en la computadora y al día siguiente volvía a revisarlo con él. Este mismo proceso, con Owen, me hubiera llevado años, y hubiera vuelto a trabajar casi solo, como me pasó con los Tenenbaums, porque Owen cada vez está más ocupado como actor. Pero entonces me aseguré de que al menos fuera una parte importante de la película delante de la cámara. Siempre pensé que Owen debía estar en Vida acuática, de una u otra manera.
–¿Cómo logró un presupuesto de Hollywood para una película como Vida acuática?
–La verdad, creo que he tenido suerte. No tengo otra manera de explicarlo. Hice la película que escribí, que quería hacer, con el elenco que quería. Y me doy cuenta perfectamente de que no es el tipo de película que se espera de un presupuesto amplio como el que tuve, con rodaje lejos de Hollywood, en Italia, en Cinecittá, y en el Caribe. Hicimos, me parece, algo inesperado, extraño para este tipo de presupuestos. Habitualmente, proyectos personales como éste no disponen de estos recursos. Espero que nadie se arrepienta por ello.
Subnotas