Dom 10.04.2005

ESPECTáCULOS  › MUSICA HORACIO LAVANDERA ABRIRA FESTIVALES MUSICALES

La densidad de las obras como una de las bellas artes

El pianista argentino que en Europa ya es figura actuará el martes en Buenos Aires. A los 16 ya había ganado un concurso importante y a los 20 se destaca por su repertorio.

› Por Diego Fischerman

“Ser lo más preciso posible como intérprete.” Con esas palabras, el pianista Horacio Lavandera define su credo. Nada del otro mundo, podría pensarse, si no fuera porque un genio del instrumento como Maurizio Pollini admiró su manera de tocar, lo recibió en su casa y lo aconsejó, porque compositores como Luciano Berio o Karlheinz Stockhausen ponderaron las versiones que Lavandera hizo de sus obras, porque en Europa es ya uno de los nuevos intérpretes a tener en cuenta y porque, entre otros lugares, tocará en el Musikverein de Viena y en una de las mecas de la música contemporánea, los conciertos de Radio France, donde tocará, además de varios estrenos, Gaspard de la nuit de Maurice Ravel y las Klavierstucke de Stockhausen. Y hay, claro, un detalle más: a los 16 años ya había ganado el Concurso Umberto Micheli, y ahora tiene apenas 20.
“En la elección del repertorio siempre aparece, inevitablemente, el deseo de agradar al público. El asunto es no quedarse en eso”, comenta Lavandera a Página/12. “Yo trato de elegir, al mismo tiempo, obras que hagan reaccionar, nuevas músicas, cosas que no se hagan habitualmente. En este caso, obviamente, las razones eran otras.” El pianista se refiere al concierto que dará el próximo martes a las 20.30, en el Auditorio de Belgrano, abriendo el ciclo 2005 de Festivales Musicales. El abono de este año está dedicado a las tres B y Lavandera, entonces, tocará música de Johann Sebastian Bach (Capriccio “sopra la lontananza del fratello dilettissimo” BWV 992), Johannes Brahms (4 Piezas Op. 119) y Ludwig van Beethoven (Sonata en Fa Menor “Appassionata” Op. 57). “Podría haber elegido otras B, como Berg o Berio”, bromea. “Tengo contacto con la música desde muy pequeño, y desde ese mismo momento escucho y toco música del siglo XX. Para mí no es algo extraño sino algo natural.”
A pesar de haber logrado entrar en el mercado internacional, Lavandera opina que “es muy difícil salir de Argentina”. Al respecto dice: “En Europa todo está muy bien organizado; allí las carreras artísticas son muy previsibles. Alcanza con que el pianista tenga un nivel medio y con eso ya tiene una carrera. Para un argentino eso no está. No hay una estructura, hay pocas salas donde al músico se le pague por tocar, no hay sellos discográficos que se dediquen a la música clásica, así que hay que competir con cierta desventaja y compensarla con un nivel más elevado que el standard europeo”. Radicado en Madrid desde hace un año y medio, donde se perfecciona con Josep Colom gracias a una beca del gobierno español y de Juventudes Musicales de Madrid, el pianista cuenta que al principio sus maestros lo guiaban en la selección del repertorio, pero que desde los 14 años elige solo.
“En una obra busco la densidad”, afirma. “Eso no implica necesariamente música contemporánea: Brahms, Bach o Beethoven, mucha de la obra de Chopin, tienen esa densidad. Y tampoco puede juntarse toda la música del siglo XX como si se tratara de una única cosa. Ravel no es lo mismo que Bartók ni que Prokofiev, de la misma manera que Berio no es igual a Stockhausen.” Una de las preocupaciones de Lavandera es el equilibrio de las interpretaciones, y opina que “una interpretación debe ser personal pero partiendo del esfuerzo por entender el mundo estético del autor. Tratar de entender por qué, en ese lugar, puso una nota y no otra”. Admirador de Pollini, Claudio Arrau y Wilhelm Backhaus, otro de sus modelos es mucho menos previsible: Thelonious Monk. “Me encanta su manera de tocar; la forma de acentuar zonas que para otros serían totalmente accesorias.” A diferencia de otros intérpretes, Horacio Lavandera disfruta la vida profesional, incluso el hecho de viajar permanentemente y vivir casi exclusivamente en habitaciones de hotel. “Me gusta viajar, me gusta conocer ciudades; eso ayuda muchísimo a todo, al intelecto, a entender más las expresiones artísticas”, dice. El otro tema que está lejos de inquietarlo son las críticas: “Cuando llego a tocar una obra en un concierto es porque la he estudiado, la he analizado y sé exactamente loque quiero hacer. A alguien eso puede no gustarle, pero no hay error de mi parte. Es una mirada, la mía, y yo estoy seguro de ella”.

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