Por S. F.

El arte de León Ferrari es pegar donde más duele. En el prólogo de Prosa política (Siglo XXI), una suma de textos que el artista plástico escribió a lo largo de los últimos cuarenta años, que se presenta hoy domingo, a las 20.30, en la Feria del Libro, lanza una magnífica estocada contra los fundamentos del cristianismo. Y cita a Hitler, Mi lucha: “El futuro de un movimiento depende del fanatismo, si se quiere, de la intolerancia con que sus adeptos sostengan su causa como la única justa (...) La grandeza del cristianismo no se debió a componendas con corrientes filosóficas de la antigüedad, sino al inquebrantable fanatismo con que proclamó y sostuvo su propia doctrina”. El artista plástico cuenta a Página/12 una anécdota que ilustra cómo la idea del infierno, que él tanto combate, está arraigada en los pensamientos de los católicos. En un viaje reciente al Sur, una mujer se le acercó para preguntarle si era esa persona que produjo “tanto revuelo con la exposición” (la muestra retrospectiva en el Centro Cultural Recoleta) y le preguntó si lo que estaba haciendo era una crítica. El le confirmó que sí, que era una crítica contra el infierno y la tortura. “Bueno, pero usted no tiene por qué ir al infierno, pide misericordia y no va”, le dijo la mujer. “Pero yo no quiero pedir misericordia”, le contestó Ferrari. “Ah!, entonces usted se lo buscó.”
Algunos de los artículos de Prosa política parecen escritos hoy, como los que aluden a la guerra de Vietnam. “Pero todo está peor que entonces –dice Ferrari–, porque los gobiernos no eran tan religiosos. En cambio Bush, durante su campaña, profundizó las intolerancias de la Iglesia con respecto al aborto y a los preservativos. En cierto sentido, es como si uno estuviera más desprotegido, porque si bien era la guerra de Estados Unidos contra un pueblo invadido del tercer mundo, Vietnam, no se veía tanto un peligro global, no se percibía la cabeza de un imperio. La situación es más preocupante que antes.”
Para Ferrari, es evidente que la Iglesia Católica está perdiendo creyentes. Y no sólo creyentes. “La Iglesia Católica está perdiendo la fe gracias a esa política criminal y suicida: al mismo tiempo, combate el aborto y declara la guerra contra el preservativo, que origina una cantidad de muertes por enfermedades venéreas o por abortos. Pero se remonta a lo escrito en la Biblia dos o tres mil años atrás y que no lo vemos, como el episodio de Onán, que Dios lo mató porque eyaculó fuera de la chica; entonces estamos nosotros pagando las consecuencias de Onán”.
En Prosa política hay escritos suyos que cuestionan al actual Papa, pero cuando era cardenal. “Entre las intolerancias de la Iglesia está el divorcio, que en el Antiguo Testamento se permitía una sola vez. Pero Jesús decía que el que se casaba con una ‘repudiada’ cometía adulterio, que se castiga con la pena de muerte. En uno de los artículos, Sexo y violencia en el arte cristiano, recuerdo una carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, firmada por Ratzinger, en la que se reiteraba que los católicos divorciados que se habían vuelto a casar no podían recibir la comunión, sacramento que el Vaticano no se lo niega a Jorge Rafael Videla, acusado de 500 delitos que van del robo hasta la muerte con torturas.”