ESPECTáCULOS
› ENTREVISTA CON EL MUSICO BRASILEÑO GLADSTON GALLIZA
Raíces pero con influencias
Galliza se confiesa marcado por Toninho Horta o Milton Nascimento, pero está radicado en Madrid y ha abrevado también en el flamenco y en la producción de otros latinoamericanos.
Por K. M.
Un músico y compositor brasileño que reconoce influencias de Toninho Horta, Milton Nascimento o Antonio Carlos Jobim, se radica en Madrid y aprovecha su nueva residencia para empaparse del flamenco y de la producción de cantautores latinoamericanos que, asegura, no traspasan las fronteras del siempre antropófago suelo brasileño. ¿Qué puede salir de este derrotero? Algo como lo que Gladston Galliza grabó en Fascínio, su segundo disco solista, con el que llega por primera vez a la Argentina. Galliza mostrará este disco hoy a las 21 en el teatro Ateneo (Paraguay 918), mañana en Paraná –donde espera poder cruzarse, dice, con un músico que descubrió hace poco y que admira, el entrerriano Carlos Aguirre–, el sábado en Rafaela y el domingo en Rosario.
Galliza nació en Ouro Preto, en el estado de Minas Gerais, vivió en Belo Horizonte, en Río de Janeiro, hasta que, siete años atrás, decidió probar suerte en España y terminó quedándose. Las canciones de Fascínio, todas de autoría de Galliza, están escritas en español y en portugués, tienen bases rítmicas brasileñas, pero también se perciben otras influencias, que lo acercarían más a la nueva camada de cantautores que cultivan eso que se define, sin más, como “canción”. Ciudadano del mundo al fin, Galliza no lamenta saudades, y agradece los nuevos caminos musicales que le abrió su residencia en España. “Irme fue parte de una búsqueda muy personal, de mis ganas de vivir otras cosas, otro tipo de experiencias”, dice el cantautor. “Y, en el terreno profesional, siempre había tenido la idea de trabajar fuera de Brasil para agregar otros elementos a mi música. Era una idea que me rondaba desde los 20 años, y que fui retrasando, retrasando... Hasta que llegó un momento en que dije: ahora o nunca. Casualidades o causalidades de la vida, aquí estoy”, resume en un acento castizo que todavía conserva algún resto de portuñol.
–¿Cómo es esto de tener dos puntos de referencia, Brasil y España? ¿Cómo lo procesa?
–Lo proceso muy bien. La propuesta de este disco, justamente, era resumir de alguna manera las vivencias musicales que he tenido en los últimos siete años, conjugar mi esencia musical brasileña con las cosas que he escuchado y vivido fuera de mi país. La idea era mezclar esos dos mundos, intentar establecer una conexión. Si se escucha algo de eso, estará cumplido el objetivo.
–¿Qué cosas lo atraparon de Madrid para que decidiera quedarse allí?
–España es un país muy bueno para los latinos en general: hay similitudes culturales, el idioma, el clima no es tan duro, por lo general la gente nos recibe bastante bien, especialmente a los brasileños (risas).
–¿De verdad lo dice?
–No, no lo digo de verdad, sonaría muy pretencioso. Pero, como brasileño, me ocurrió que cuando llegué allí me encontré con mucha música que no conocía. Curiosamente tuve que ir a España para descubrir la música latinoamericana, todo lo que hacen nuestros vecinos y que a Brasil no llega, muchos músicos argentinos, sin ir más lejos.
–¿Por ejemplo?
–Pedro Aznar, Spinetta...
–¿De verdad dice que, siendo músico, no llegaba a escuchar a Aznar o Spinetta en el Brasil?
–Para nada. En Brasil no se escuchan, nadie sabe quiénes son. Me parece una locura, me da vergüenza decirlo, pero es así. Brasil es una isla que no deja entrar casi nada. Descubrí muchos músicos muy conocidos en España, gente como Rubén Rada, por ejemplo, músicos colombianos, cubanos... En fin, el haber cruzado el océano me dio la posibilidad de conocer esa música de mi continente, que no conocía estando más cerca. Y, por supuesto, me encanté con el flamenco, que para mí es la música española por definición. España es muy rica musicalmente, pero al flamenco nada lo supera, es una música increíble, que lo tiene todo.
–¿Y qué cosas añora de Brasil?
–Añorar... no sé, no tengo ese sentimiento de añoranza. Creo que lo más lindo de un lugar es la gente. En Brasil hay mucha gente a la que quiero muchísimo, pero no es que las añore, más bien siento que están allí y que puedo ir a visitarlos en cualquier momento. Yo creo que hay que vivir el presente, y me llevo bien con el sentimiento de tener amigos que están lejos. Hoy en día el mundo es pequeño. Hay que atreverse a recorrerlo.