ESPECTáCULOS
Ricky Espinosa, un punk que prefirió decir adiós
› Por Roque Casciero
Si el placer es un pecado, Ricky Espinosa tiene bien ganado su lugar en el infierno, aunque sus demonios internos no lo hayan dejado disfrutar del todo sus 33 años de vida. Y su final es una confirmación más de todo ese dolor del que daba cuenta en cada entrevista: en la madrugada de ayer, Espinosa murió tras haberse arrojado desde un quinto piso. El cantante y líder de Flema, eterno mito del under punk, fue uno de los rockeros más descontrolados, graciosos, nihilistas y entrañables que existieron en la Argentina. Su muerte no sorprendió a sus amigos, que sabían que podía llegar en cualquier momento. ¿Qué les habrá dicho a ellos, qué habrán tenido que ver? No resulta muy difícil de imaginar. “Intenté suicidarme seis veces... Ni para eso sirvo”, le había dicho en noviembre del año pasado al Suplemento No de este diario.
Hay decenas de anécdotas, entre hilarantes y revulsivas, que pueden ayudar a formarse una idea de qué clase de tipo era ese morocho, bajito y simpático personaje que cantaba en Flema. Por ejemplo, una de antes de formar la banda, en su Avellaneda de toda la vida: el día de la primavera de 1985 se subió al escenario que la Municipalidad había montado en la plaza Alsina (para un acto que se haría más tarde) y decidió cantar a capella. Los estudiantes que estaban en el lugar, algo averiados, se murieron de risa, así que Ricky se bajó los pantalones y se puso a bailar (costumbre que luego patentó en Flema). Obviamente, se lo llevaron preso, pero todos los que lo habían visto armaron un piquete en la puerta de la comisaría... ¡y lograron que saliera! Esa tarde, Ricky marchó dos cuadras en andas de sus fans espontáneos, de nuevo hasta la plaza.
Flema no fue un invento de Ricky –se acopló como guitarrista a la banda que recién se formaba–, pero fue su obra y su elemento. El grupo de “punk anarcoquilombero”, según su propio líder, surgió en 1987. Al año siguiente, dos de sus canciones aparecieron en el hoy legendario compilado Invasión 88. “Aunque nunca cobré un peso, fue una suerte entrar, porque nos dio un gran empuje. Gracias a ese disco me hicieron la primera nota en la revista Pelo. Ahí empezó la leyenda del descontrol, porque yo tenía ganas de hacer pis, me daba vergüenza pedir ir al baño y me eché un cloro por el balcón. Esas cosas me perjudicaron a nivel personal, pero beneficiaron a la banda como promoción extremista”, recordó más tarde. A Flema le costó mucho grabar su primer disco, aunque luego lograron completar otros siete. Según trascendió, el grupo en pleno estaba festejando haber completado el octavo, Cinco de copas, y en medio de un partido de PlayStation el cantante decidió arrojarse por la ventana de la casa de Luichi, el guitarrista. Ricky también tenía una banda paralela, Flemita, y sacó un disco como solista, Vida Espinosa.
Aquella vez de su improvisado show exhibicionista no fue la única en que tuvo problemas con la policía. En diciembre de 1999, un taxista lo acusó de intento de robo, pero fue sobreseído. “Seré cualquier cosa, pero no soy un chorro”, respondió Ricky. Hace pocos días fue detenido por posesión de marihuana y pasó la noche adentro. Sus allegados dicen que desde entonces le provocaba terror ir a la cárcel. “Si yo soy así/ no es por culpa de las drogas/ Si yo soy así/ no es por culpa del alcohol”, cantaba Ricky en su canción más conocida, “Si yo soy así”, un verdadero himno para los fans de Flema. Los shows eran bacanales de transpiración, escupitajos y punk rock bien sucio: la banda no ensayaba para no perder la espontaneidad. Cuando Flema cumplió catorce años, la fiesta incluyó una torta de crema que su líder comió después de que sus seguidores le escupieran encima. Así vivió Ricky, y dijo cosas como ésta, respecto del suicidio de Kurt Cobain: “Lo que hizo es una estupidez, un mal ejemplo, lo que quieras... pero fue digno. Si no tenés ganas de vivir más, no vivas más y punto”. A Ricky también se le acabaron las ganas.