ESPECTáCULOS
› TEATRO
“No me interesa el teatro terapeútico, sin riesgos”
› Por Hilda Cabrera
El director Omar Pacheco dice que no le interesa “el teatro terapéutico, sin riesgo, creado para que la gente lo pase bien y salga sin experimentar ninguna inquietud. Tampoco los espectáculos que no presenten un nivel de calidad interesante. Esto es esencial tanto para las obras de ruptura como para las que no pretendan una estética innovadora.”. Pacheco no ceja en el empeño de anteponer la calidad artística cuando le toca elegir a los integrantes de un elenco o poner en escena sus propias obras con el grupo creado por él hace ya veinte años. Se trata de Grupo Teatro Libre, con quienes continúa presentando en su teatro taller La Otra Orilla, de Gral. Urquiza 124 (4957-5083) su Trilogía del Horror. La componen Memoria (1992), Cinco puertas (1997) y Cautiverio (2001), obras que durante junio y a modo de “mes aniversario” pueden verse con entradas a mitad de precio.
Este no es el único ofrecimiento de Pacheco, director general y puestista de un espectáculo fuera de serie, Tanguera, musical que lleva la impronta de su estética experimental, basada en la energía corporal de los intérpretes y en imágenes de corte cinematográfico y pictórico. En diálogo con Página/12, el director anuncia más ofrecimientos y aperturas. Llama a artistas y escritores a presentar sus trabajos en la sala y se dispone a otorgar media beca a diez alumnos para su escuela de teatro. La convocatoria comienza ya, porque el propósito es impedir que la crisis económica y social aplaste a la cultura. Después de más de veinte años en el medio, Pacheco sigue firme en el armado de redes culturales solidarias. “En esta etapa nos toca mantener abierta la sala La Otra Orilla, con nuestros trabajos y los de otros artistas, y de cumplir con las invitaciones. Ahora nos apareció una gira por Australia, que debemos aprovechar”, cuenta.
–¿Ayuda en esto la presentación en festivales internacionales?
–Sí, pero también las visitas que hacen periódicamente los programadores a Buenos Aires. La invitación que se me hizo para el montaje de un musical en Chile surgió después de que los programadores vieron Tanguera y mis trabajos con el GTL. La de Chile es una producción a gran escala. Hasta aparecen dos helicópteros en escena. Nosotros ideamos secuencias aéreas que, creo, van a salir bien. En mi propuesta incluyo a la escenógrafa del GTL, y al iluminador Ariel del Mastro y el músico Gerardo Gardelín, quienes también están en Tanguera. Con gente así es difícil hacer un producto malo. En este momento, los contratos internacionales nos benefician. Es una forma de hacernos con el dinero necesario que acá no podemos ganar. En mi caso, poder pagar la deuda que tengo pendiente por la Sala.
–¿En qué consiste esta nueva convocatoria?
–Nuestra intención es crear un centro cultural real, donde lo que importe sea la excelencia. Y esto no por pretensiones elitistas sino por el deseo de preservar una cultura de nivel artístico alto, asegurando a quienes concurran a La Otra Orilla que allí van a ver algo profesional. En música, por ejemplo, proyectamos recitales de Rodolfo Mederos, Eladia Blázquez y Lito Vitale. Vamos a continuar con las exposiciones de pintura y utilizaremos un espacio para ofrecer cine. De mis viajes con el grupo por Europa y Estados Unidos traje películas que creo pueden interesar mucho.
–¿Cuál es su expectativa?
–Lograr que toda esa masa de gente que no encuentra alternativas o no ve un futuro claro dentro del arte sepa que La Otra Orilla es un espacio de encuentro, donde en determinados días y horas va a poder practicar o disfrutar de actividades de nivel. El GTL no se detiene. Lo nuestro es también coordinar trabajos con grupos extranjeros. Después de nuestra última gira por Europa empezamos a trabajar en programas de intercambio con Eugenio Barba (el fundador del Odin Teatret de Dinamarca) y el sevillano Ricardo Iniesta y su grupo Atalaya (quien estrenó Exiliadas, sobre la rebeldía femenina, en el último Festival Mercosur de Córdoba). Pero esta triangulación no es todo. Vamos a probar suerte con Latinoamérica. Por el momento, empezaremos por Chile y Brasil.