ESPECTáCULOS
El cuerpo como tema de debate
“H & H”, del grupo sureño 3X3, y una curiosa versión de “La casa de Bernarda Alba”, por una compañía de Chaco, produjeron pequeñas revoluciones en la Fiesta Nacional del Teatro.
Por Cecilia Hopkins
Desde Mar del Plata
Eduardo Bonafede es rosarino pero vive en Ushuauaia desde hace 20 años. Llegó cuando se recibió de arquitecto con la propuesta de trabajar en el área de planeamiento urbano, pero nunca dejó de escribir, actuar y dirigir teatro, actividades que desarrollaba en su ciudad natal. En estos días está representando a su provincia de adopción en la Fiesta Nacional del Teatro con su pieza H&H, que interpreta junto a Daniel Cayuso y ambos codirigen junto a Miguel Angel de Azevedo. Los tres pertenecían al elenco del TEF (Teatro Experimental Fueguino), pero ahora fundaron su propio núcleo, el Grupo 3x3. El nombre del montaje se refiere a las iniciales de los protagonistas, nombres que aportan al espectador datos definitorios: Himmler es un ex represor que vive escondido en un cementerio y Harpo, su ayudante, un sordomudo que colabora con él en la macabra tarea de reciclar y comercializar restos de cadáveres.
“La obra tuvo muy buena acogida en Ushuauaia –cuenta Bonafede en una entrevista con Página/12–, tal vez porque en Tierra del Fuego hay muchos profesionales con inquietudes intelectuales, que llegaron atraídos por la magia del paisaje de la isla. Y tienen necesidad de ver teatro.” Ushuauaia y Río Grande, según aclara, son las ciudades de mayor población, donde se producen eventos culturales. Entre las dos cuentan con siete grupos independientes, pero el aislamiento es muy grande. Aclara Bonafede que si un fueguino quiere pasar al continente “viaja en barco a Chile con su pasaporte, hace migraciones y de ahí pasa a Santa Cruz: ésa es la forma más rápida de reingresar a su país”. Entre sus obras -.todas merecieron premios de diversas instituciones, nacionales y provinciales– se encuentran Luciérnagas curiosas, El exilio de los colores y Haruwen Ma-Hai, que trata el exterminio de los indios fueguinos. Por otra parte, la marginalidad y algún tipo de discapacidad siempre afecta a alguno de sus personajes.
En cuanto a H&H, llama la atención la solidez de su propuesta estética: “Me interesa el cine y quise trabajar las luces, colores y formas que aparecen en películas expresionistas alemanas como Nosferatu o El gabinete del Dr. Caligari, de Murnau”. Así es como aparecen en escena perspectivas falseadas y haces de luz cruda que trazan ángulos sobre el destartalado mobiliario del galpón que sirve de refugio a los personajes. “Por momentos hay entre ellos una relación simbiótica, aunque se entienda bien cuál es el amo y cuál el sirviente”, aclara Bonafede, quien interpreta a Harpo con los ojos bien delineados en negro, a la usanza de los actores del cine mudo, y empleando la lengua de señas de los sordomudos.
El montaje que causó mayor impacto en el público de la Fiesta por su personal uso del espacio, entre otras cualidades, fue la puesta chaqueña de La casa de Bernarda Alba, de García Lorca, dirigida e interpretada por Marcelo Padelín, en el rol de Bernarda. El elenco del grupo Artistas Unidos, formado en Resistencia a mediados de los ‘90, está integrado por hombres que interpretan los roles femeninos vestidos con largas faldas negras, sin remedar comportamientos femeniles estereotipados. La actuación se basa en juegos físicos que recuerdan diferentes disciplinas orientales. Y la puesta cuenta con una iluminación muy sugerente y un uso muy original de pocos elementos de escena. Esta es la séptima producción de Padelín, quien trabajó en diversos registros, desde la sátira histórico-política hasta el teatro ritual: “En los 90 .-apunta a Página/12– en Chaco se hacía un teatro regionalista y folklórico o un teatro porteño, muy aferrado a los 60 y 70 que no nos identificaba, porque lo sentíamos aburrido y sin posibilidades de juego”.
Una vez fundado Artistas Unidos, Padelín montó obras que fueron duramente criticadas por la Iglesia y la Liga de Madres de Familia. En Cuerpos, el director abordó el tema de “los conflictos de inserción socialque sufre un individuo que tiene un cuerpo que está fuera de moda”. Así, Padelín armó su elenco con hombres obesos, y con ellos compuso una obra de corte coreográfico en la que, incluso, hubo desnudos. La puesta tuvo lugar en el teatro Guido Miranda, el equivalente chaqueño del San Martín de Buenos Aires. “Creo que el texto resultó todavía más provocador que las imágenes”, aclara. En Juego de damas crueles, de Alejandro Tantanian, Padelín montó una misa negra que motivó a muchos a levantarse de su butaca. Y en Antígona furiosa, de Griselda Gambaro, también fue un hombre quien interpretó al personaje protagónico. Su decisión de hacer La casa... con elenco masculino tuvo que ver con su necesidad de abordar personajes potentes, independientemente de que sean mujeres u hombres. “Quise descubrir ese mundo desde nuestra organicidad –asegura– igual, creo que todas esas mujeres tienen una carga masculina muy fuerte.”