Jue 06.06.2002

ESPECTáCULOS

“Clemente parece más necesario cuando el país tiene problemas”

La criatura de Caloi ha vuelto a animar un Mundial, pero en un formato de nuevo siglo, sin títeres y con técnica de animación 3D.

› Por Oscar Ranzani

A Japón no puede ir, pero alentará desde la computadora. Próximo a cumplir sus treinta años de vida gráfica, Clemente, el comentarista más simpático de los mundiales ‘82 y ‘86, volvió a la televisión en versión animada. El microprograma “Clemente”, que cuenta con la dirección general y artística de Caloi y María Verónica Ramírez, comenzó a emitirse el sábado por Canal 7 con un formato de animación computarizada, conformando un muñeco virtual bastante más moderno que los títeres de los mundiales anteriores. El ciclo podrá verse todos los días del Mundial en el canal estatal, antes de algunos partidos o compactos, y contará con repeticiones en distintos horarios. El dibujante es también el guionista junto a Mario Rulloni y Alejandro Dolina, quien, además, se encargará de la musicalización. Algunos dibujos fueron preparados por Tabaré y la voz de Clemente surgirá de la afinación de la garganta de Pelusa Suero (Trapito, Pucho, etcétera). “Esto es novedoso para la Argentina porque creo que no hay antecedentes de una serie hecha en 3D, que da sensación de volumen a las animaciones”, dice Caloi en la entrevista con Página/12.
–¿Cómo surgió la idea de este retorno?
–Cada vez que viene un Mundial está la idea de volver porque Clemente está asociado a los mundiales a partir de que en el ‘78 se libró aquella famosa guerra de los papelitos con Muñoz, que fue una especie de guerra simbólica en una Argentina de dictadura militar. Fue una manera de decir presente por parte de los hinchas porque esto estaba limitado exclusivamente a la cosa futbolística, en aquel Mundial en el que todo estaba prohibido, censurado, reprimido. En el ‘82 me ofrecieron hacer los microprogramas con muñecos, porque lo del ‘78 era desde Clarín. En TV fue un impacto muy grande porque no había este tipo de personajes, y fue un boom el hincha de Camerún. En el ‘86 también hicimos otra serie, pero pareciera que Clemente fuera necesario o se lo pide más cuando hay momentos difíciles para la Argentina, cuando el país tiene problemas. En el ‘78 estábamos en plena dictadura militar, en el ‘82 en la guerra de Malvinas y ahora tenemos un país devastado.
–¿Cómo son los microprogramas?
–Tienen alrededor de un minuto y medio o dos de duración. Son básicamente referencias humorísticas al Mundial de Japón, a la participación argentina, concurso de hinchadas, el hincha de Camerún y todas esas cosas. Muchos cantitos y muchos papelitos. Volverá a estar la mulatona y como novedad hay una tribuna de Clementes japoneses.
–¿Por qué se decidió por la animación? ¿Qué ventajas tiene con respecto a los micros anteriores?
–Hay muchas ventajas. Porque este Clemente, pese a que es virtual, es una cosa viva. Lo podemos tomar de cuerpo entero, viniendo desde el fondo. Ponemos la cámaras donde queremos. Es un progreso desde el punto de vista visual muy grande. Antes, por ejemplo, era una tribuna de metal y se manejaba con una manija, y los movimientos de los Clementes que estaban sentados eran muy limitados porque iban un poquito para el costado o para arriba, abrían la boca y nada más. Estos están parados en la tribuna, saltan, gritan, bajan, tiran papelitos, hacen de todo. Clemente camina, se desplaza, va de un lado para el otro, viene a primer plano. Todas esas cosas no las podíamos hacer con los muñecos.
–¿Cómo vive el fútbol Clemente?
–El fútbol en Clemente es una parte constitutiva, como lo es para los argentinos. Por lo menos todos los pibes nacemos rodeados de mucha información, es el deporte que practicamos no sólo en el club sino también en la calle, en el patio de la casa. Todos en la Argentina sabemos algo de fútbol, algo de política, algo de tango. Creo que Clemente tiene justamente esos condimentos. En la historieta era un hincha de Boca, pero con la participación que tuvo en los mundiales quedó convertido en una especie de símbolo de hincha argentino. De manera que se fue diluyendo el bosterismo y fue ganando cierto tinte argentinista.

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