Jue 10.01.2002

ESPECTáCULOS  › ALEJANDRO DOLINA REGRESO A RADIO CONTINENTAL

La competencia fue terrible

El año pasado estuvo en una situación esquizofrénica: competía consigo mismo, ya que salía en vivo por Del Plata, y grabado por Continental. De retorno a su antigua casa, el conductor festeja.

› Por Mariano Blejman

En el mundo de la radio la competencia de voces suele ser feroz. Pero si algo puede tornarse insoportable es, justamente, competir contra uno mismo. Y enterarse que encima uno pierde. Algo así le sucedió a Alejandro Dolina durante 2001, aunque, esta semana, el problema fue resuelto con su vuelta a Radio Continental. “En este mismo momento, ni yo mismo estoy seguro de estar saliendo en vivo o estar siendo grabado. Porque ¿cómo podemos darnos cuenta si estoy en vivo o estoy grabado? Si yo estoy grabado y digo que estoy en vivo, ¿usted cómo se da cuenta?”, ironizó Alejandro Dolina en su vuelta a Radio Continental (AM 590) con “La venganza será terrible”. El creador del Angel Gris enfrentó un problema cuasi ontológico durante el 2001: el de competir consigo mismo y enterarse de que, a veces, el pasado le ganaba en audiencia.
Dolina había dejado Continental al comenzar el año pasado, en medio de una dura negociación con la emisora que lo cobijó durante más de cinco años. En ese entonces fue tentado por una cifra suculenta (casi el doble de lo que ganaba) para ocupar Radio Del Plata y no pudo resistirse. Sin embargo, Continental siguió emitiendo su programa, el más escuchado del horario de medianoche, utilizando las grabaciones de temporadas previas. “Tenemos un contrato y lo vamos a hacer valer”, habían dicho de Continental a Página/12 a principios de año, aduciendo que podían seguir emitiéndolo sin problemas. Así lo hicieron. A Dolina no le fue bien en su cambio: la mala calidad de la señal de Del Plata, la reducción de la cifra económica inicialmente ofrecida por la empresa y la costumbre de su audiencia –muchos oyentes ni se enteraron que había cambiado de radio– le jugaron en contra. Existe otro motivo para entender el alejamiento: se trata de la denuncia de Daniel Grinbank, ex presidente de Cie–Rock & Pop (propietarios de la radio) afirmando que la empresa lavaría dinero con su operatoria en la Argentina. Durante el año, a partir de la denuncia, Dolina tuvo que soportar varios llamados de oyentes que le preguntaban si él sabía para quién trabajaba. El conductor, en varias oportunidades, se tomó el tiempo necesario para editorializar y preguntó a los oyentes si ellos mismos sabían para quién trabajaban. Pero la situación lo afectó
“Díganme dónde se mudan”, había preguntado un oyente el viernes anterior cuando todavía estaba en Del Plata. Sin embargo el mensaje –como hace la producción habitualmente– fue guardado entre los papeles y leído recién el lunes, en Continental. “Vamos a tratar de lograr que nadie le diga a nuestro amigo dónde nos mudamos, y así, él va a creer que puede escucharnos en esta radio y que seguimos estando grabados aún cuando salimos en vivo”, puntualizó Dolina con su habitual ironía. El programa comenzó con una cortina cambiada: “‘La venganza será terrible’, un ciclo admirados por los insensatos, escuchado por los mercaderes y premiado por los que no lo escucharon nunca”. Luego siguió con su clásica sección de reflexiones históricas, en este caso contado la vida de los personajes bíblicos de Abraham y Sarah en su accidentado recorrido por Egipto. Luego, en el ámbito repleto del Café Tortoni, Guillermo Stronatti, su fiel compañero de aire, junto a Gabriel Rolón pasó a leer mensajes de los oyentes, entusiasmados por la vuelta a la emisora de la que ¿nunca se había ido?
Tras anunciar que este año no transmitirá en enero unos días desde Mar del Plata sino que se trasladará una porción del verano a Montevideo, Dolina se dedicó a una de sus secciones más festejadas, el pasaje netamente humorístico en el que reflexionó sobre temas tan diversos como “¿cómo hacer para que un perro no se asuste por los cuetes en las fiestas?” o similares digresiones, que, como sucede habitualmente, terminó con una historia de amor. Al fin, aparecieron las infaltables interpretaciones musicales que el “sordo” Gancé, su personaje, cantó entusiasmado. El conductor estaba eufórico: su propio ángel, esta vez, no le iba a hacer sombra.

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