Empieza como comedia disfuncional, tiene los títulos de presentación más tardíos de la historia del cine y termina con una larga contemplación del amor erótico y bucólico, que tal vez sea una relectura pagana de Adán y Eva. La segunda película del impronunciable cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul le devuelve al cine la posibilidad de ser una experiencia rara y sorprendente.