ESPECTáCULOS
• SUBNOTA › CONVOCO A 65 MIL ESPECTADORES EN SANTIAGO DE CHILE
Las paredes del Estadio Nacional
Antes de llegar ayer a Buenos Aires, Roger Waters actuó el martes en el Estadio Nacional de Chile. Durante tres horas, coincidieron ayer los medios chilenos, el ex bajista de Pink Floyd recreó la mística de la banda, ante 65 mil personas que no salían de su asombro. Adjetivos como “deslumbrante”, “cautivante”, “impecable” se verificaron en numerosas críticas. “Si alguien en Chile tenía duda acerca de quién era el verdadero genio de Pink Floyd, desde anoche esa discusión quedó zanjada”, comenta el diario La Tercera, dando cuenta de la clase magistral que dio el músico británico ante los seguidores chilenos. Waters se subió al escenario del máximo coliseo deportivo chileno interpretando “In the flesh-part 2” y “The happiest days of our lives”. En las primeras interpretaciones lo acompañaron como telón de fondo imágenes de la película The wall.
El público, que incluía al presidente chileno Ricardo Lagos y algunos de sus ministros, respondió encendiendo antorchas y coreando los éxitos más conocidos como “Wish you where here” y “Another brick in the wall”. Pero no sólo adultos llegaron a escuchar a Waters, sino que miles de adolescentes y veinteañeros disfrutaron del recital, dando muestra de que las canciones de Pink Floyd, algunas incluso con más de treinta años de vida, atraviesan a varias generaciones. Gran aprobación obtuvo el anunciado sonido cuadrafónico que trajo el bajista británico, el que “resultó un elemento indispensable para la recreación de un espectáculo sólido y lleno de matices”, según opinó Las Ultimas Noticias.
En el recital, Waters, de 57 años, también se dio tiempo para mostrar algunas de sus canciones como solista como “Amused to death” o “Its a miracle”, que evidencian que la influencia “floydiana” sigue estando presente en sus creaciones. Tras el recital, el balance policial dejó 98 detenidos por estado de ebriedad, consumo de drogas y desórdenes, lo que sin embargo, no empañó una noche que el público fanático de Pink Floyd estaba esperando hace mucho. Igual que en la Argentina.
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