Por León Gieco

Siento que esta distinción la recibo en nombre de todos los masacrados en los años de juventud.
Lo recibo por la lucha diaria, hora a hora, que vivir en consecuencia genera y por, definitivamente, a los 52 haber decidido seguir en esa lucha.
Para mí no es verdad el fin de las ideologías y que a los 20 sos revolucionario y a los 50 un burgués.
Las preguntas son infinitas y la respuesta muchas veces es la desilusión, pero el camino es el camino y no lo pienso abandonar.
A veces siento que me dicen demasiado, ídolo, bronce, que soy bueno, solidario, tan coherente... ése es un ropaje muy pesado pero ahí está, para hacerme cargo.
Otras veces también se dijo que yo era el icono de la generación decadente de los utópicos, pueriles, ingenuos, esperanzados, psicobolches, hippies de los ’70, todo el día con la guitarrita, chaleco de cabra y morral... es cierto, también fui eso.
Pero hoy puedo decir que mi contacto con la realidad es casi siempre profundamente doloroso y a veces muy solitario.
Si llevar adelante mi aporte resulta tan problemático, pienso lo complicado que será para el presidente Kirchner y los que de verdad trabajan para que esto cambie.
Por último quiero decirles que me da un poco de impresión semejante título, que lo recibo con toda gratitud y respeto y que espero estar mereciéndolo.

Palabras pronunciadas al recibir el reconocimiento.