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La otra cara de la burla
Por Nora Mazziotti *
Las cámaras ocultas nacen con la expansión de la tecnología y el abaratamiento de precios. Cualquiera puede registrar un acontecimiento, y esta tendencia va a continuar, e incluso a incrementarse. No se puede decir de manera contundente si todas las ocasiones en que se utilizaron fueron con responsabilidad y ética. Por ejemplo, es indiscutible que el video de la paliza a Rodney King, en Los Angeles, a comienzos de los ’90, constituyó un testimonio definitivo y necesario. En nuestro país, distingo dos usos. Por un lado, la utilización humorística y despreocupada que se hacía de ellas en el programa de Marcelo Tinelli, la “jodita”, que tanto rating le diera. Y que como estilo de humor, se corresponde con el neoliberalismo de la etapa, e implicaba el reírse a costa del otro, no con el otro, burlarse de su credulidad, de su candidez. Era la avivada de los muchachos, como decir, “miren, acá hay un gil, vamos a gastarlo”.
Pero la cámara se puede dar vuelta. Como si fuera otra cara de la “jodita”, se enfoca a los vivos, a los truchos, que se creyeron por encima de la ley, de la ética. Ahí tienen una función esclarecedora, justiciera, sirven para casos de corrupción, mala praxis, y han pescado in fraganti a buena cantidad de funcionarios, políticos, médicos. Pero es una herramienta para descubrir y poner evidencia un delito. Por eso debe usarse con responsabilidad.
* Especialista en medios.
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