ESPECTáCULOS
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Lo más destacado del año
- Liliana Heker (escritora): Los escritores seguimos escribiendo y afortunadamente se está leyendo porque hay un interés renovado por la literatura argentina. Como me interesa lo que está sucediendo con los nuevos escritores voy a señalar dos libros que aparecieron durante este año: uno es Signos de los tiempos, de Romina Doval, un libro de cuentos excepcional. El otro es El origen de la tristeza, de Pablo Ramos, una novela de iniciación que toma lo social de una manera que caracteriza a esta época. En la Argentina está surgiendo un modelo social distinto y la literatura va mostrando esta realidad en formación. En los años ’60, había un esquema para ver la realidad que dividía a los explotadores y explotados en burguesía y proletariado. Ahora el poder se concentró mucho más y tiene formas feroces de explotación. Hay una nueva forma de marginación, una ex clase media que no se asume como una clase sumergida. Con salir a la calle y ver a la gente hurgando en la basura, encontramos estas formas de vida con las que estamos conviviendo. Esto se parece mucho al conflicto de Erdosain en Los siete locos; la angustia que siente Erdosain refleja la angustia de buena parte de los argentinos.
- Federico Andahazi (escritor): Lo mejor que se publicó en muchos años es La luna, de Stella Cinzone; es un libro novedoso paradójicamente por lo tradicional, en tanto responde a la mejor tradición de la literatura argentina, un libro muy sencillo y sin pretensiones, que conmueve no desde el argumento sino desde la propia prosa. Un hallazgo. Sin duda, el acontecimiento cultural de 2004 fue la muestra retrospectiva de León Ferrari. Fue el acontecimiento del año no sólo por la muestra sino por lo que Ferrari dice, que es la síntesis del asunto: cómo la obra no es en sí sino lo que suscita. Quienes de alguna forma hemos sufrido un intento de censura, es notable cómo percibimos que el mismo acto de censura es concomitante con la obra.
n Ema Cibotti (historiadora): El Congreso de la Lengua fue un acontecimiento importantísimo, porque vinculó a la cultura con el gran público, con grupos más amplios de la sociedad que no son los que consumen “la cultura letrada”, básicamente la cultura del libro, que cada vez tiene un circuito más restringido. En el Congreso la gente pudo visualizar que la cultura se rescata, se transmite, se alimenta, se difunde particularmente a través de la palabra escrita. Aunque el impacto haya sido menor en Chaco o Santiago del Estero, en Rosario hubo una implicancia social ciudadana respecto del Congreso. Por otra parte, la sociedad está ávida de ensayos históricos más que de novelas históricas, y ese cambio me gusta. Hay una cierta fatiga respecto de la ficción histórica. Es un interesante cambio de preferencia, porque de alguna manera el ensayo histórico te lleva al mundo de las ideas, que es el mundo de la realidad. Es bueno que se busquen ideas para explicar el pasado y proyectarlas de cara a un futuro no tan lejano. El ensayo histórico pone al público en contacto con la buena divulgación, lo que implica que empieza a apreciarse el trabajo del historiador.
Nota madre
Subnotas