En las primeras privadas de Super Size Me que se vieron en el país, el comentario ya era conocido. Las presiones que McDonald’s está haciendo entre los multicines –casi todos sho- ppings– donde la cadena de comida rápida tiene locales, antes de ser estrenado en Buenos Aires, ha sobrevolado el mundillo del cine. Paula Zupnik, de la empresa Distribution Company –que anteriormente distribuyó Bowling for Columbine y Farenheit 9/11 de Michael Moore–, contó a Página/12 que iba a estrenar “más allá de las presiones”. Voceros ligados a McDonald’s dijeron que se trataba de “una falacia desde el punto de vista médico”, porque “nadie come la misma comida un mes seguido”. Y fueron más lejos en acusaciones cruzadas: fuentes ligadas a la empresa dijeron que algunos distribuidores le habían ofrecido los derechos a McDonald’s como un acto de chantaje, un comentario rechazado de plano por la distribuidora con una larguísima trayectoria en el mercado local (tiene cerca de 30 estrenos al año). Por lo pronto, la distribuidora aseguró que habrá disponibles entre 10 y 15 copias, aunque todavía no se sabe en qué salas se verá. En función de los estrenos de esta semana, recién el lunes se sabrá qué multipantallas aceptan la película.
Sugirieron también que Spurlock apuntaba a McDonald’s porque era rentable (“¿a quién le importa la salubridad de los choripanes de la Costanera?”) y aseguraron que no se les ocurriría interrumpir el estreno para provocar “el síndrome Ferrari” (en referencia a la exposición del artista plástico León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta durante diciembre). Según pudo averiguar este diario, las presiones no fueron directamente sobre la distribuidora sino sobre los exhibidores de multipantallas, que suelen estar dentro de complejos donde se encuentra la casa de comida rápida. David Saragusti, de Cinemark, dijo que simplemente iba a ver la copia “como siempre” y después iba a decidir si la programaba o no. Showcase, Village y Hoyts no contestaron qué iban a hacer.