“Juan Cedrón no hace una distinción entre las letras de Homero Manzi o de Cadícamo y los poemas no necesariamente concebidos para ser cantados, como los de Tuñón, Gelman, Cortázar, Dylan Thomas, Brecht o Acho Manzi, o los anónimos mayas, con los que compuso una gran parte del repertorio del Cuarteto. Porque la poesía no es sólo un género literario sino una postura frente al mundo, y nos reconocemos plenamente en esa frase de Tuñón: ‘El mundo está lleno de poesía no escrita aún’. Porque decir poesía es hablar de belleza y es algo más. Decir poesía es decir que algo nos conmueve, nos saca de lugar. Y eso puede ser ternura o puede ser tragedia. Es, de cualquier manera, emoción. Estar en el mundo es estar emocionado. Si no, no vale. Si no, es que estamos muertos (...) En la tradición del tango, y porque sufríamos por lo que estaba pasando en nuestro país en cierta época, la obra del Cuarteto refleja también el desasosiego, los sufrimientos y las interrogaciones de sus compatriotas; lo cual, dicho sea de paso, es una función del artista en la sociedad. Mientras fue necesario, cada uno de nosotros actuó en la resistencia como individuo, y juntos luchamos entre muchos otros hermanos durante los terribles años de la dictadura. Como músicos, la naturaleza de nuestro compromiso es distinta. Es cierto que el Cuarteto Cedrón es un grupo comprometido a favor de cierta humanidad, de cierta dignidad. Es, ante y sobre todo, un grupo de músicos, y como tal su compromiso mayor reside en la exigencia musical y en la coherencia de su proyecto artístico. Queremos creer que fue esa la razón por la que el Cuarteto sobrevivió a la desaparición de la desdicha. El tiempo ha demostrado que el favor de su público y de sus interlocutores profesionales no lo debe a una actualidad dolorosa sino a su buen oficio de ‘señalador de bellezas’.”

* Texto escrito por Miguel Praino a propósito de la edición francesa de la antología del Cuarteto.