Dio que hablar en Rosa de lejos (1980) como una costurera que quedaba embarazada y sola. Y luego llegaron sus gatas, los que la llevaron a los rankings de sexies de los ’80. Así pasaron Las lobas, Las locas, Atrapadas, con infaltable escena de ducha o desnudez, tantas que la hartaron y provocaron un exilio forzoso a España, donde vivió en compañía del actor José Sacristán. La devolvió a los sets su papel como monja comunitaria en Un lugar en el mundo (1991) a las órdenes de Adolfo Aristarain. Pero a fines de los ’90 se escapó, otra vez, a la conducción sin crispaciones, ese tono de confidencia que cultivó en el ciclo Querida Leonor, en Canal à. En el 2004, fue Amanda en Padre Coraje y empezó su batalla para resignificar el objeto sexual como extraño, impredecible... En Hombres de honor compone a otra carismática, la mafiosa Alberta. Antes de que el año se termine estrenará su primera película, El buen destino, rodada íntegramente en la provincia de San Luis con protagónicos de Federico Luppi, Pablo Rago, Luis Luque y Jorge Suárez.