Con 75 años recién cumplidos, Claude Chabrol (París, 24/6/1930) es un clásico contemporáneo. Iniciado como crítico en la mítica revista Cahiers du Cinéma, su debut cinematográfico (El bello Sergio, 1958) antecede en un año a los hitos fundacionales de la nouvelle vague: Los 400 golpes, Sin aliento e Hiroshima mon amour. A partir de ese momento filmó incesantemente, y él mismo reconoce que durante un largo tiempo rodó “cualquier basura”. Desde temprano y con Alfred Hitchcock y Fritz Lang como máximos referentes, Chabrol se inclinó por la ficción criminal, tanto a partir de guiones propios (El carnicero, 1969) como adaptando novelas policiales (Que la bestia muera, de 1970, y una larga lista de realizaciones posteriores). Las películas coescritas junto a su frecuente colaborador Paul Gégauff (L’oeil du malin, Que la bestia muera, Une partie de plaisir) le permitieron desarrollar una mirada fuertemente corrosiva sobre las relaciones humanas. La locura larvada y la despiadada disección de la burguesía de provincias son otros tópicos típicamente chabrolianos. Así lo confirman sus películas recientes, como La ceremonia (1996), Gracias por el chocolate (2000) y La flor del mal (2003). Para fines de año se aguarda el estreno de La comedie du pouvoir, en la que volverá a reunirse con su actriz favorita, Isabelle Huppert.