Mié 11.05.2011

LA VENTANA  › MEDIOS Y COMUNICACIóN

Discurso político y elixir mediático

Alvaro Rosado analiza el discurso de los políticos y su forma de procesamiento por parte de los medios de comunicación, señalando la articulación que existe entre unos y otros.

› Por Alvaro Rosado *

La política partidaria lleva varias décadas tratando de convencer, persuadir y especialmente atraer con sus ideas a los votantes usando los medios masivos de comunicación. Haciendo un recorrido histórico de esta relación, podemos decir que el año 1952, en los Estados Unidos, el candidato y posterior presidente Eisenhower usó por primera vez la TV. Algo más elocuente fue lo que tuvo que sortear el joven político Kennedy en plena contienda electoral junto a Nixon. En aquella oportunidad, en 1960, ambos contendientes debieron presentarse en televisión para debatir propuestas de campañas. El apuesto joven y bronceado Kennedy derrotó a Nixon, quien se encontraba convaleciente de una enfermedad.

Sin ir lejos, en la Argentina, después de la vuelta a la democracia, nadie (incluyendo la izquierda más ortodoxa) pudo dejar de lado la importancia que tienen los medios y en especial la TV. Desde una visión ideológica, nadie reniega de la venta del político como un jabón en polvo. Un lindo rostro, una sonrisa telegénica ayudan para persuadir al votante. El gran desafío que deberán tener los políticos este año ya no es solamente una buena imagen por mostrar, sino especialmente cómo armarán su discurso ante un electorado que empieza a tener más voces y un mejor panorama luego de la sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Veamos cómo plantea la oposición sus discursos. En esta ocasión sólo tomaremos algunos ejemplos de los candidatos Carrió y Macri. “La gente los quiere matar” (Carrió en los programas políticos). “Es el gobierno más corrupto de la historia.” “Los vecinos nos piden” (Macri envalentonado ante la presencia de una cámara). “Para tranquilidad de todos los argentinos, los Kirchner tienen fecha de vencimiento” (más Macri). Son apenas unos ejemplos para ilustrar el discurso de la oposición y la articulación que se hace entre ellos y los medios. La primera tendrá que ver con la falta de argumentación en sus dichos, ya que en muchos casos sólo se recurre a generalidades (léase todos los vecinos, los argentinos, los corruptos), donde la crítica –al sentido kantiano– pierde su valor, ya que el conocimiento del hecho no existe. No pasa por mantener una cualidad valorativa, sino por entender la realidad que nuestros políticos no conocen; tampoco analizan sus alcances, sus supuestos y mucho menos sus límites.

Intentemos un breve análisis desde la modalidad discursiva que es constitutiva del sentido en todo enunciado. La modalidad es la relación que se establece entre el locutor y los enunciados que se producen. También la enunciación tendrá que ver con la relación que el locutor instaura con sus interlocutores. La modalidad es un juicio intelectual, de un juicio afectivo o de una voluntad que un sujeto pensante enuncia respecto de su percepción o de una representación de su espíritu. El camino que conlleva a los políticos es la utilización de discursos cargados de efectismo, grandilocuencias expresivas, gritos a veces desaforados pero con carencia de argumentos que permitan entender el tema analizado. Es lo que los lingüistas llaman sustitución por preformas léxicas, esto es, palabras muy generales que se usan en vez de otras más precisas.

Otro camino posible será a través de la evidencialidad, que implica los modos en que el locutor ha obtenido los conocimientos. El uso de ciertos adverbios o verbos permite ver si el conocimiento es de primera mano o si fue obtenido por deducción o, en todo caso, si fue conseguido de otra fuente permitiendo marcar la actitud de mayor o menor alejamiento con lo que se dice. Cuando nuestros políticos dicen “los argentinos” o “los vecinos”, no desean informar sobre lo que alguien dijo, sino apuntar a magnificar la persona que habla. Expresiones tales como “según dicen”, “dicen que”, denotan que ese conocimiento fue obtenido de oídas. Permiten que los políticos se distancien atenuando así su fuerza de aseveración. También ayuda el uso de determinados tiempos verbales tales como el condicional y el imperfecto. El lingüista Barrechea señalará que la función modalizadora actúa como indicadora de la posición del locutor marcando distintos tipos de grados de responsabilidad respecto del contenido que expresa.

Volviendo a la crítica kantiana: ya nada puede quedar al azar, ahora tenemos más voces, ahora será condición necesaria del votante y la toma de conciencia que conlleve la crítica hacia la praxis. La crítica conlleva necesariamente la ruptura del orden establecido hacia aquellos medios monopólicos que durante muchos años intentaron imponer discursos políticos de su interés.

* Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Docente universitario (UBA).

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