LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Marcelo Tedesco da cuenta de decisiones y convenios que generan subsidios para las radios universitarias nacionales y que expresan una nueva dimensión de la política comunicacional del Gobierno.
› Por Marcelo C. Tedesco *
Desde Bahía Blanca
La sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual significó el reconocimiento del derecho pleno de las universidades nacionales a la radiodifusión, permitiéndoles saltar las barreras legales que les imponía el viejo decreto 22.285. A ello se han sumado recientemente las primeras medidas en casi 90 años de historia capaces de permitirles saltar la barrera económica.
La Argentina cuenta con la particularidad de ser el primer país del mundo en poner en funcionamiento una radio universitaria, en 1924. Desde entonces, salieron al aire más de 40 emisoras de este tipo, y en muchas regiones de la Argentina son la única alternativa en materia de radios públicas. A pesar de ello, antes de la sanción de la Ley 26.522 fueron históricamente marginadas del derecho a la comunicación, lo que empujó a muchas a transmitir durante años en la semiilegalidad.
Las políticas de comunicación son el conjunto de acciones y omisiones que manifiestan la intervención del Estado, sus agencias o diferentes actores políticos en el campo de la comunicación. Implican el establecimiento de principios ordenadores y respuestas de tipo jurídico y social a una cuestión problematizada, y definen los modos de acceso y participación de diversos actores en los intercambios simbólicos que utilizan soportes comunicacionales audiovisuales.
La comunicación audiovisual tiene dos tipos de barreras: las legales, ya que su ejercicio supone una autorización del Estado; y las económicas, porque es una actividad que demanda altas inversiones. La sanción de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual permitió a las radios universitarias saltar la barrera legal, y si bien implica el reconocimiento del derecho pleno de las universidades nacionales a la radiodifusión, así como sus posibilidades para generar recursos económicos, hasta hace poco tiempo seguían marginadas de políticas que le permitan saltar la barrera económica.
Esto comenzó a modificarse con su inclusión dentro del programa Igualdad Cultural, del Ministerio de Planificación Federal, que otorga subsidios de hasta 80 mil pesos por radio para equipamiento tecnológico. A lo anterior se agrega que la Secretaría de Políticas Universitarias aportará 15 millones de pesos para equipamiento, un banco de contenidos y el fortalecimiento institucional de la Asociación de Radios de Universidades Nacionales (Aruna).
La elección de una política es un asunto político pero también ético, sobre el cual el tomador de decisiones no es neutral. Es auspicioso ver que las radios universitarias pasaron a formar parte de los planes de revalorización y sostén de los medios públicos encarados por el Estado nacional. Para un sector no acostumbrado a la consideración oficial, y mucho menos al financiamiento, será un desafío responder a políticas de tal magnitud.
Hasta este momento, casi en su totalidad las radios estaban subsidiadas por los presupuestos universitarios y con escasa o nula captación de publicidad comercial u oficial. Ello significó un crecimiento dispar del sistema, atraso tecnológico y dificultades en la conformación de planteles de personal estables. Por otro lado, funcionar como medios no comerciales –o no comercializados– les brindó márgenes más amplios para la experimentación radiofónica y el abordaje de temas “fuera de agenda”.
Contar con políticas de subsidio implica un reconocimiento a un sector de la comunicación que posee un amplio capital como agente de construcción de la realidad. Porque su pertenencia las hace capaces de aportar visiones calificadas sobre casi todos los temas, porque su audiencia primordial está constituida por sectores que poseen un amplio poder simbólico y la función legítima de transmitir las visiones autorizadas del mundo. También porque su marginalidad de la racionalidad económica les permite mayores espacios de experimentación, construcción de nuevas agendas, revalorización de enfoques alternativos, entre otros.
Por ello, es auspicioso que se tenga en cuenta la extensión geográfica, las fuentes a las que tienen acceso y los márgenes más amplios de creatividad y experimentación, que son sólo algunas de las potencialidades que ofrece el sector de la radiodifusión universitaria. Pero sobre todo, es notable que se considere su aporte a la posibilidad de ampliar los límites reales y simbólicos dentro de los cuales los seres humanos construyen sentido, elaboran su historia y proyectan su futuro.
* Coordinador de Contenidos de AM 1240 Radio Universidad Nacional del Sur. Tesista de posgrado en la UNQ sobre políticas de comunicación en la radiodifusión universitaria. mtedes [email protected]
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