Miércoles, 4 de mayo de 2016 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Ricardo Goldberger problematiza la conducta de los periodistas y se interroga si, descartada la objetividad, aún se confunde tolerancia con complacencia.
por Ricardo Goldberger *
Cada vez me da más seguido eso de discutir con la tele. O, más precisamente, con el conductor del programa que estoy viendo en ese momento.
La búsqueda de periodistas que no fueran los de los medios concentrados me llevó a conocer a otros, en quienes no había reparado antes, y que valía la pena escuchar o leer. Por suerte son unos cuantos.
La “pérdida” de Víctor Hugo Morales me hizo volver a algunos de estos con más atención y uno en particular me hizo reflexionar acerca de la diferencia que hay, o podría haber, entre tolerancia y complacencia.
Uno de estos periodistas (también conductor) tiene un programa político nocturno en un canal de cable. A su programa asisten varios participantes que, en una suerte de panel, discuten sobre algún tema de actualidad. El conductor se jacta ante quien quiera oírlo, que en su programa reina la tolerancia y la pluralidad de voces, que todas las voces y todos los protagonistas tienen cabida en su espacio televisivo. Así es como en una misma noche y en una misma discusión pueden participar miembros del gobierno, representantes de la UCR, del PRO y del FpV. O sindicalistas de la CTA, de la otra CTA, de la CGT disidente y de la oficialista (usted decide hoy cuál está de qué lado) a la vez.
Después de las elecciones, pero antes de la asunción, estuvo de visita un –en ese momento– potencial candidato del PRO a un ministerio. En un momento de la conversación, éste aseguró, muy suelto de cuerpo, que desde hacía cuatro años que no se creaba empleo privado, frase que se había vuelto slogan de campaña electoral. Semanas antes, el columnista de economía del programa había presentado en una proyección, con cifras duras, cómo en el 2015 se habían creado cerca de 180.000 puestos de trabajo, menos que en el 2014, pero de ninguna manera cero, como se pretendía imponer en ese momento.
Yo le gritaba al televisor, pedía que el conductor, los otros panelistas o el propio columnista de economía, discutieran o repreguntaran o pidieran precisiones acerca de la fuente de tales declaraciones. ¿Tolerancia ante las opiniones ajenas o simple complacencia?
Veinte días después de que el Pro asumiera, uno de los invitados al debate fue un joven funcionario de una secretaría. “Frente” a él, varios panelistas de distintas extracciones entre los cuales se hallaba un joven militante radical aliado con el FPV. En algún momento de la, por momentos acalorada, discusión, este radical le enrostra el joven funcionario que el PRO está atacando la ley de servicios de comunicación audiovisual (LSCA) porque quiere que los medios concentrados conserven la hegemonía. Este joven del PRO, casi sin inmutarse y sin levantar el tono, replicó que eso eran sólo suposiciones. De hecho, “suposiciones” era la respuesta común a ésta u otras críticas.
Nuevamente increpé al aparato, tratando de recordarle al joven funcionario que el propio ministro de Comunicaciones, Oscar Aguad, había afirmado que el mercado regiría a los medios. Ni los panelistas, ni los columnistas ni el conductor “recordaron” las declaraciones del Ministro. Nuevamente: ¿tolerancia o complacencia?
Para no pecar de rimbombantes, mentando a la Real Academia Española, digamos nomás que tolerar es “llevar con paciencia” y complacer es “causar a alguien satisfacción, placer o agrado”.
En castellano básico y, en especial, en términos periodísticos, tolerancia, entonces, es “respeto lo que vos decís aunque no esté de acuerdo” y complacencia es “te doy el gusto”.
Si algo aprendimos los periodistas estos últimos años, es que, más allá de los rótulos de “militante” o “independiente”, el certificado de defunción de la objetividad está escrito y firmado. Y que no sólo no podemos dejar nuestra subjetividad de lado, sino que debemos aceptarla y “abrazarla”, ejerciéndola.
Así es como aprendimos que es más honesto, por no decir ético, explicitar desde qué ideología estamos hablando. Y que tengamos bien clara la diferencia entre contar una noticia y dar una opinión.
Reconozco que, en muchas ocasiones, la diferencia entre tolerancia y complacencia viene bastante desdibujada. Es más, no es raro ver al mismo periodista ser “tolerante” en un medio y “complaciente” en otro y eso muchas veces puede obedecer a la línea editorial, al estilo del programa o a la estrategia circunstancial del conductor. En cualquier caso, a nosotros, lectores, oyentes o televidentes, debería quedarnos bien claro de qué se trata.
Si hacemos alarde de que en nuestro programa se hace un culto de la tolerancia, el conductor o, por lo menos, alguno de los columnistas, no debería dejar pasar la oportunidad de repregunta ni, mucho menos, la rectificación de un dato falso o una opinión sin fundamento.
De lo contrario, estamos hablando de complacencia, que es otra cosa.
* Periodista científico, docente de comunicación de la Universidad de Moreno.
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