Lun 06.10.2008

MITOLOGíAS  › LA PáGINA DE ANáLISIS DE DISCURSOS

Los mitos de la gestión macrista

Un análisis del discurso macrista, que se confronta con la realidad y a esta altura hace agua en varios frentes.

› Por Juan Cabandié *

Ante las irregularidades y la ineficiencia de la actual gestión del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri sigue apostando al discurso para sostener el apoyo que recibió en las últimas elecciones. Sin embargo, sus discursos también son muy cuestionables y resulta interesante analizarlos.

Así, recorriendo los dichos de Macri, no sólo encontramos evidentes expresiones de clase que se manifiestan en un total desprecio por los intereses de las clases populares, o giros autoritarios como cuando se enfada por los trámites democráticos que implican un debate o un recorrido institucional (la discusión sobre la policía porteña o el ataque al juez Gallardo, como simples ejemplos), sino que también hallamos una actitud propia de Poncio Pilatos al denigrar constantemente al Gobierno nacional, intentando esconder bajo la alfombra dificultades de su propia gestión.

En su campaña electoral prometió 10 kilómetros de subterráneo por año, que después, en el mes de mayo, pasaron a ser 27. Sin embargo, en estos días esa promesa se transformó en subte cero: cero construcción y ampliación de las líneas, argumentando que el Gobierno nacional no avalaba los bonos necesarios para solventar estas obras. Vale aclarar que la emisión de bonos que respaldan esa construcción fue presentada en el transcurso del mes pasado.

Una situación similar ocurre con la construcción de viviendas. El gobierno de Mauricio Macri argumentó que el Plan Federal de Viviendas no le transfiere los fondos; cuando en realidad sí lo hace, como ocurre con el dinero destinado a la construcción de viviendas por parte de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que el ministro de Hacienda retuvo sin motivo alguno. Otro ejemplo: hubo 20 millones de pesos comprometidos por fondos nacionales para los barrios de Parque Patricios y Pompeya, y el presidente del Instituto de Vivienda de la Ciudad reconoció no utilizarlos por problemas de programación financiera. Macri ejerce estas críticas con liviandad y ni siquiera sabe qué es el Onabe (Organismo Nacional de Administración de Bienes), tal cual lo admitió en una entrevista radial.

También sabemos de la apetencia que el jefe de gobierno tiene por el fútbol. Llama la atención que la bandera del espacio público, que fue levantada reiteradas veces por este gobierno, no se levantara, por ejemplo, en el Parque Sarmiento. El día 24 de septiembre se llevó a cabo la tercera competencia de fútbol realizada por estudiantes de la UCA, privando así el uso del parque a cualquier vecino que quisiera realizar una práctica deportiva en ese predio de la Ciudad. Y esto sigue: en estos días se realiza el llamado “Fútbol Company”, torneo de fútbol en el que muchos vecinos podríamos anotarnos, si quisiéramos. Pero un aviso: la inscripción sale 400 pesos, y cada partido, 180. Para esto también se va a utilizar el Parque Sarmiento y se va a cerrar al público para albergar a los adinerados inscriptos. Alguien –el jefe de gobierno– bajó la bandera del espacio público.

Esta actitud, asimismo, se presenta reiteradamente y hacia distintos sectores. El gobierno de la ciudad se oculta y pocos escuchan a los trabajadores del sistema de salud de la cudad, que afirman que los hospitales públicos están peor que durante la crisis del año 2001-2002: falta de insumos, medicamentos y demoras inéditas para las operaciones programadas. Con los docentes ocurre algo similar: reclaman justos aumentos salariales y reciben como respuesta negativas cerradas. Esta actitud sumada a otras en el ámbito educativo, como la reducción de las becas a los alumnos o la lentitud en los arreglos de las escuelas, dan cuenta de la falta de compromiso con la escuela pública por parte del actual gobierno.

Es preocupante también cómo se desconocen las problemáticas en el seno mismo de la sociedad de esta ciudad de Buenos Aires. Entre otras cosas, cabe destacar la incorporación de estudiantes de universidades privadas a los cupos limitados de residencia en hospitales públicos, que históricamente les han correspondido a los estudiantes de las universidades públicas, en este caso de la Universidad de Buenos Aires.

El recorrido de estas medidas nos define una conclusión: el jefe de Gobierno tiene un total desprecio por la cosa pública. Quienes compartimos la convicción de que la justicia social es un postulado esencial para la sociedad que queremos, pensamos que, además de tener desprecio por lo público, los sectores más postergados son rechazados paulatinamente por este gobierno, que ante la duda se define siempre y en contra del más débil. Al darle la espalda a lo público, les está dando la espalda también a aquellos que lo votaron. Para una persona sin responsabilidades políticas, esa actitud de desprecio por lo público no es buena, ni mala; pero para una persona que tiene a su cargo el gobierno de una ciudad (de un Estado) esa actitud es gravísima y no por razones ideológicas sino por obligaciones constitucionales: el mandato para quien ocupa ese cargo es el cumplimiento de la Constitución, y ésta obliga a generar políticas públicas a favor de los más postergados, no sólo ejecutando eficazmente el presupuesto asignado sino –fundamentalmente– teniendo como horizonte la construcción de una ciudadanía integrada socialmente.

Las últimas gestiones en la Ciudad de Buenos Aires hicieron mucho menos de lo que deberían haber hecho de acuerdo con las pertenencias partidarias, ideológicas y simbólicas a las que decían representar. Sin embargo, gracias a la totalidad del arco político de la Ciudad, muchas políticas de diversas temáticas se fueron instalando en la Ciudad de Buenos Aires y, desde la misma Constitución hasta una diversa cantidad de leyes de avanzada en derechos humanos, hicieron de esta Ciudad un ejemplo en muchas materias. Macri, sigilosamente, quiere destruir todo lo que se hizo previamente. Pareciera que quiere eliminar el Estado. Macri supone que los que nada tienen, nada tienen que perder: suspendió la prestación de cientos de planes sociales, desactivó muchos programas de atención de personas social y económicamente vulnerables y abandonó la construcción de viviendas para quienes no tienen acceso al crédito. Macri estima que electoralmente ese sector se resuelve con punteros políticos y no con la vigencia de los derechos sociales, económicos y culturales. Y gobierna para la clase media alta, hablando por televisión y arreglando calles.

* Diputado de la ciudad de Buenos Aires. Secretario nacional de la Juventud Peronista.

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