Quienes estuvieron el miércoles en el Palacio de Gobierno de Río de Janeiro, donde el Papa bendijo la bandera de los Juegos Olímpicos, comentaron que Francisco le dijo fuera de micrófono al alcalde de Río, Eduardo Paes, que había que llevarle una docena de huevos a Santa Clara para que dejara de llover. Sin tener del todo claro si había sido una broma de Francisco o qué, por las dudas Paes dispuso que llevaran los doce huevos a la imagen de la santa. La ofrenda pareció producir el milagro: ayer la lluvia paró y cerca del mediodía hasta salió el sol. Horas después el diablo metió la cola y la lluvia y el frío reaparecieron.