Sábado, 28 de mayo de 2016 | Hoy
“No hace falta que Obama se disculpe. El hecho de que venga y conozca lo que pasó ya es importante.” El que habla es Shozo Kawamoto, que tenía 11 años cuando EE.UU. tiró la primera bomba atómica sobre Hiroshima. Ese día murió toda su familia, salvo una hermana que falleció de leucemia seis meses después. Fue niño de la calle, miembro de la mafia japonesa y nunca pudo formar otra familia: nadie aceptaba a los sobrevivientes. Kawamoto no está solo, el 78,3 por ciento de los japoneses tampoco esperaba disculpas durante la visita del presidente norteamericano a la ciudad. No hacía falta, Obama igual ya había dejado bien claro que no lo haría.
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