Jue 22.05.2008

PSICOLOGíA  › PARA PENSAR “LO NUEVO” EN UN TIEMPO DE CAMBIOS VERTIGINOSOS

Clínica psicoanalítica con creatividad

› Por Gloria Spadaro *

Nuestro tiempo es un tiempo de producción de nuevos artículos destinados a no durar, tiempo de objetos descartables, tiempo hipermediático, tiempo de realidad virtual que produce la ilusión de poder estar en varios lugares remotos a la vez. ¿Qué lugar ocupa el sujeto en estos momentos de cambios vertiginosos en los cuales los avances tecnológicos y de los mass media producen una irreparable sensación de soledad y desamparo?

La revolución tecnológica aplicada a la farmacología augura un brillante porvenir para la salud. Con la secuenciación del genoma humano podremos “leer el libro de la vida”, según notas periodísticas. La soberana ciencia sigue ofreciendo sin cesar sistemas de cuidados que permitirán prolongar la vida con nuevos tratamientos. El universo de la ciencia es a la vez y al mismo tiempo el universo de la precisión y de la técnica que brinda, sin solución de continuidad nuevos objetos en su campo. Frente a tantas novedades científicas que hasta llegan a producir la sensación de un mundo de ciencia ficción, ¿hay novedades en la clínica psicoanalítica? ¿Qué es lo nuevo que el psicoanálisis ofrece?

Me detengo en este significante “nuevo” y, diccionario mediante, encuentro que lo nuevo es en primer lugar algo recién hecho o fabricado, algo que se ve o que se escucha por primera vez, algo repetido o reiterado para renovarlo, algo diferente de lo que antes había o se tenía aprendido y, por último, algo que sobreviene o se añade a una cosa que había antes. Esta última definición me sugiere algunas reflexiones.

El psicoanálisis es una praxis cuyo instrumento es la palabra. De la manera en que el analista haga sonar este instrumento dependerá la dirección de la cura sin olvidar que para sostener esta praxis y para poder dar cuenta de ella existe un campo teórico, un sistema de referencias teóricas creado por Freud y actualizado por Lacan.

En las consultas de nuestros días parecería vislumbrarse una desesperada búsqueda de negar la finitud, una casi imposibilidad de confrontarse con un enigma o de sostener un vacío. Momento crucial en el cual el fantasma vacila y la verdad está puesta en juego en la relación que cada uno mantiene con el orden simbólico a través de los síntomas. Esos síntomas que velan y revelan al mismo tiempo. Síntoma que habla permitiendo que advenga un saber reprimido, síntoma que posibilita que se ponga de relieve la verdad singular y fundante de cada sujeto.

Momento en que el psicoanálisis ofrece un espacio en que la verdad nombrada a través de estos síntomas se hace causa. Momento en que el psicoanálisis busca una vía para desplazar la formulación de la queja, para hacer estallar esos síntomas.

De la creatividad del analista, de su estilo, de la manera que encuentre en el caso por caso de instalar un espacio transferencial que haga vacilar las certezas imaginarias del yo para que algo “nuevo” aparezca dependerá el curso de un análisis. Y me atrevo a decir algo más: de esa creatividad, de ese surgimiento de lo “nuevo” que ya estaba allí dependerá el porvenir del psicoanálisis en una sociedad en que la ciencia y la tecnología parecieran ocupar el lugar del amo que nos comanda.

Pensar lo “nuevo” como algo distinto y diferente de lo que había o se tenía aprendido para renovarlo me parece una atrayente propuesta y al mismo tiempo un desafío para todo aquel que intente cambiar el supuesto confort de un sillón por una escucha comprometida y, por qué no, acompañada de la angustia que conlleva toda creatividad.

* Psicoanalista.

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