Jue 16.01.2003

PSICOLOGíA  › CUANDO LA VERDAD DEL SUJETO QUEDA “EN POSICION SUBVERSIVA”

De Nietzsche al “consumidor ideal”

Por Guillermo E. Vilela *
En El origen de la tragedia, Friedrich Nietzsche discute la preeminencia que se le daba al artista objetivo, que más calidad tenía en tanto se liberaba de la experiencia individual para articular verdades que concernían a todos. El artista subjetivo, considerado de menor calidad, carecía de la objetividad que les daba valor a sus producciones; estaba más preocupado por él mismo.
Sin embargo, Nietzsche ve en esta última posición la verdadera experiencia; el sufrimiento personal como lo más genuinamente enlazado a nuestra naturaleza, a la comunidad cultural, a la que fuerza a admitir el conflicto entre el concepto y la poesía. Late en el fondo de ese artista la apertura a lo dionisíaco, la comunión con el sufrimiento de Dionisos desmembrado en lo múltiple de cada subjetividad. El punto de mayor comunión con el Dios es el de mayor distancia con lo Uno perdido en tanto sufrimiento por lo múltiple experimentado.
La tragedia en sí misma sería la oportunidad de cada uno de ser un sátiro, mixtura de macho cabrío y hombre, un pre-hombre no civilizado, cultural, sí, pero no civilizado; un pre-hombre que busca en el colectivo del coro trágico, danzando y cantando, restañar la separación, el sufrimiento de la naturaleza por haber sido desmembrada en miríadas múltiples dando origen así a la poiesis amalgamada con la alegría, la risa y la nostalgia.
No hay marcha militar ni uniformidad ni organización como efecto de dicho estado; hay más bien un resto en la celebración de la vida de las fiestas populares figuradas en el carnaval, como forma de redención aboliendo las fronteras yoicas. El principio apolíneo vendría luego a restaurar, con su medida y armonía consensual, el desorden y la locura de semejante comunión con el Uno primordial desarticulado.
Se desprende de esa visión pagana una alternancia entre lo Uno y lo múltiple y una ética ligada al deseo y a la vida, a la animación que cada uno le imprime al cuerpo social y particular.
La clínica analítica supone en el origen ese sufrimiento desgarrado de lo Uno, el lenguaje fraccionando la carne en pulsiones, separando la unidad de un cuerpo, introduciendo el vértigo y la nostalgia, el Otro sexo. El recorrido de un análisis se valida en la medida en que libera ese sufrimiento, precipita un duelo, restaura la decisión de metaforizar produciendo por añadidura un olvido de sí en la asociación libre, un fluir antagónico de la necesidad de mantenerse consciente y alerta frente al semejante. Ese olvido de sí mismo es también la apertura a lo más singular de quien produce ese acto de palabra.
En nuestros días, el neoliberalismo intenta producir un movimiento inverso a la afirmación de esa particularidad o de la libertad entendida como ese margen para elegir más allá de las determinaciones. El mercado y la globalización llegaron a un desarrollo que sólo se incomoda por la emergencia de lo particular. Un consumidor ideal, una fuerza de trabajo ideal que se mide en puestos de trabajo y bocas de expendio a las que tanto les da uno como otro portador-consumidor del alimento.
El desarrollo de su ciencia coincide en prescindir cada vez más de un sujeto que traduzca, transcriba o use sus fórmulas. Sin sujeto, las estructuras simbólicas acusan una reacomodación que, en su fundamento último, prescinde de la idea de semejante y prójimo, instalando el terrorismo. El terror encarna con todo dramatismo la anomia que termina gobernando el intercambio social.
Existe así una verdad Toda, general, para todos igual, de un lado o del otro, emanada de un goce de poseer La Verdad que repele lo particular, un goce de la verdad que impone la necesidad de que cada uno se adecue o se ponga en contra. No es el enfrentamiento de dos ejércitos sino la instalación de la dimensión colectiva de la desconfianza y el miedo. Hay una infracción de ese imposible que por estructura prescribe que cada sujeto es único y no reintegrable. Este aspecto de nuestra civilización seaproxima a la destrucción de la cultura, toda vez que la Verdad Toda amenaza con la destrucción a escala planetaria de las diferencias.
Quedan así en posición subversiva las verdades de cada uno, que tienen lugar en la clínica psicoanalítica tanto como en cualquier diálogo.

* Psicoanalista. Miembro fundador del grupo “El brillo de lo inútil”. Fragmento del trabajo “Libertad a los poetas de la República”.

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