PSICOLOGíA › VUELTA DE TUERCA SOBRE UN FALLO JUDICIAL
› Por Graciela Mabel González *
El jueves pasado se publicó en esta sección, bajo el título “Deseo de hijo no es pasión de hijo”, un artículo de Patricia Alkolombre sobre el reciente fallo judicial que autoriza a una mujer a implantarse los embriones sobrantes de un tratamiento de fertilidad asistida que había efectuado con su ex marido, quien se opone y apeló esa decisión. La autora señaló que, al estar los embriones investidos de un modo radicalmente diferente para ambos miembros de esa pareja separada, se llega a “una pasión de hijo, que, al igual que las pasiones amorosas –‘serás mía o de nadie’–, se juega a todo o nada, desde un eje narcisista”. Me interesa aportar a ese análisis la perspectiva de género.
Los hijos debieran ser producto de un deseo compartido. ¿Qué ética sustenta el fallo judicial que obliga a un hombre a ser padre sin desearlo, a quedar incluido en la categoría de dador de esperma? Pero este planteo no debe ocultarnos el hecho de que a muchas mujeres se les pide lo mismo cuando, al no despenalizarse el aborto, se pretende obligarlas a ser madres cuando no lo desean.
La visión patriarcal sobre este tema hace que nos parezca poco ético obligar a alguien a ser padre sin quererlo pero naturalicemos el tema en el caso de las mujeres. Somos todos hijos e hijas del deseo, no del instinto, y es muy fácil de verlo en el caso de ese hombre pero quizá no tanto en los casos de las mujeres con embarazos no deseados o no previstos.
El argumento de que esos embriones congelados son personas por nacer, que es aparentemente el motivo por el cual se le concede a la mujer lo que solicita, es el mismo argumento de los que se oponen a despenalizar el aborto.
* Psicoanalista.
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