Jue 15.08.2013

PSICOLOGíA  › TALLERES PARA MEJORAR LA SITUACIóN LABORAL

El deseo de trabajar

› Por Elina Aguiar, Ana Di Martino, Rosa Gremes y Graciela Paulotsky *

El vínculo laboral, en estos últimos tiempos, ha sufrido cambios. La búsqueda del éxito se pone muchas veces por encima del propósito de trabajar en lo que se desea. Se naturaliza el maltrato laboral y no se cuestiona el “estar a disposición permanente”. Esta disponibilidad incondicional acarrea situaciones conflictivas en la vida familiar, en la cotidianidad parental. La división entre días laborables y feriados se desdibuja y la vida familiar es constantemente intrusada por celulares y correos electrónicos.

A Mario –participante en un taller laboral de la APDH– se le terminó el trabajo por una “reorganización laboral” luego de años en la empresa donde “se había puesto la camiseta”. Ahora está en duelo y en un interrogante: “Vengo para ver qué puedo seguir haciendo. He trabajado un poco por mi cuenta, pero me pregunto si quiero trabajar en algo que no tenga nada que ver con lo que hice. Es la primera vez que me lo pregunto”. Surge una nueva oportunidad: darle lugar al deseo.

A partir del relato de Mario, varios integrantes del grupo empezaron a cuestionar y a abrirse a posibilidades distintas de lo que habían proyectado hacer. El grupo favorece y visibiliza otras posibilidades del deseo, pone en evidencia recursos de los que la persona no era consciente o no valoraba como tales, habilidades naturalizadas y desconocidas como posibles herramientas laborales. Una integrante decía no tener idea de en qué podía trabajar: había sido ama de casa y, en su juventud, secretaria; de buen contacto con el grupo, estimulaba a sus compañeros y reconocía con entusiasmo las múltiples cualidades que tenían sus producciones, tanto que empezaron a considerarla como futura promotora. Descubrió así, en una cualidad personal, una veta laboral.

Entre las dificultades con los microemprendedores, en el taller se revisan situaciones que resultan ser boicots inconscientes: se ponen de manifiesto en el grupo. Empleamos técnicas psicodramáticas para comprender y desanudar situaciones conflictivas. Por ejemplo, una dificultad en la relación entre una de las participantes y su socio, junto a quien debía participar en una entrevista en la que presentarían un proyecto de trabajo. Ella temía captar toda la atención y que su socio apareciera desdibujado. La dramatización permitió hacer visibles los roles fijos en los que ambos se congelaban. Un participante de un país limítrofe, que esperaba la validación de su título universitario, trabajaba mientras tanto, muy a disgusto, como personal de seguridad en una empresa. A poco de haberse integrado a nuestro taller, pudo revalorizar “el mientras tanto” y buscar un trabajo relacionado con su profesión. Por lo demás, tratamos de favorecer los vínculos entre los asistentes. Todos tienen los teléfonos y correos electrónicos para mantenerse en contacto, formando una red que funciona como sostén y acompañamiento.

Como coordinadores, favorecemos que los asistentes al taller sigan trabajando independientes de nuestra presencia: al finalizar cada reunión se los invita a permanecer una hora más charlando entre ellos. Se generan vínculos de apuntalamiento y sociabilidad: unos diseñadores gráficos rediseñan currículum ya actualizados en el taller; el que sabe tomar fotos ayuda de ese modo a un compañero para el curriculum; se comparten datos de cursos y posibilidades laborales. Se promueve una solidaridad laboral opuesta al individualismo que impera en el sistema.

Suele ser un momento crucial para los jóvenes el de dar la última materia o hacer la tesina al finalizar los estudios universitarios, es decir, dejar la conocida etapa estudiantil para insertarse en el incierto campo laboral. En el taller se hace posible socializar estas angustias, relacionarlas con algo propio y ver las distintas modalidades de resolución de los otros integrantes. “Me costó rendir la última materia, me faltaba un empujoncito”: el taller, entre otras cosas, puede operar como ese empujoncito.

La potencia creadora del entramado social que se gesta en el taller los lleva paulatinamente a conectarse con los propios deseos y posibilidades, que estaban velados por las angustias y la urgencia del trabajo: “Vine pensando en trabajar de cualquier cosa y ahora me doy cuenta de que puedo elegir”. Conectarse con el deseo laboral y lograr una autotransformación en paridad sólo es posible en una construcción con otros.

* Coordinadoras de los talleres laborales gratuitos “Cómo mejorar mi situación laboral o iniciar mi propio emprendimiento”, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

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