Por J.P.

En El contrato narcisista, Piera Aulagnier pensó el lugar y la constitución de la subjetividad social y advirtió que la institución y la ideología desbordan los límites del psicoanálisis. Propone que “lo social se juega en la escena extrafamiliar, pero atraviesa de par en par el campo de la experiencia analítica y actúa sobre ambos miembros de la pareja analítica”. Aquí se podría haber abierto un espacio para introducir con pleno derecho otro campo subjetivante. Para Aulagnier, al estar atravesados pacientes y analistas por eventos semejantes se instala un compartir silencioso que contiene valores instituidos y genera posibles malentendidos. Compartir, sin trabajo sobre las diferencias, es un freno a la producción subjetiva. Por eso conviene también cuestionar la neutralidad del analista y reconocer que el espacio social tiene una lógica propia, mecanismos propios y que, en tanto sujetos sociales, analista y pacientes habitan un mismo conjunto y son afectados por éste de un modo que no equivale a “compartir”.
Piera Aulagnier introdujo nuevas maneras de pensar problemas del psicoanálisis; en El contrato narcisista, Aulagnier plantea una ampliación de lo que entendemos por estructura edípica. Rendirle homenaje equivale a trabajar sus ideas y buscar en ellas un estímulo para seguir pensando.